Hoy, más que nunca, atrevimientos tan preciosos como El Show de los Libros, se hacen tan necesarios…

La obra de Antonio Skármeta es tan vasta como diversa. Conocido internacionalmente como autor de Ardiente paciencia, la novela que inspiró la famosa película El cartero (Il Postino), Skármeta ha dejado una huella profunda en la literatura, el cine y la televisión. Su talento narrativo y creativo ha trascendido fronteras, pero -a mi juicio- uno de sus aportes más singulares y valiosos dentro del ámbito cultural chileno fue, sin duda, El Show de los Libros.

Antonio Skármeta, literatura en horario prime y liderando el rating

Un hito casi irrepetible en la televisión chilena e internacional. Un fenómeno que solo pudo haber surgido de la mente inquieta y el espíritu juguetón de Skármeta. Este programa no solo acercó la gran literatura a la audiencia general, sino que la transformó en un espectáculo magnético, lúdico y profundamente sensible.

Cultura de alto vuelo, sí, pero nunca empaquetada en una forma inaccesible. Al contrario, El Show de los Libros cautivó a miles y miles de espectadores, haciendo de la literatura una experiencia compartida y atractiva para todo tipo de públicos. Eran los años 90’s en TVN.

Antonio Skármeta, quien ya había demostrado su talento como conductor televisivo en programas como La Raíz de la Letra en Alemania, regresó a Chile para liderar esta audaz propuesta. Con un tono carismático, amigable, y a veces juguetón, logró convertir un espacio sobre libros en un acontecimiento televisivo que combinaba entrevistas, juegos poéticos en cámara, adaptaciones y conversaciones libres, que exploraban la creación literaria en su sentido más amplio.

Contenidos hermosos y profundos que hacen falta

Conocí de cerca la creación de Antonio Skármeta y su talentoso equipo de realización televisivo, en la productora Nueva Imagen, de la que tuve el privilegio de ser parte. El programa era un juego, un juego muy serio y profundamente creativo, donde el respeto por el arte se fusionaba con una sorprendente capacidad de reinvención, logrando así cautivar y desafiar al público, invitándolo a reflexionar, gozar y disfrutar de la literatura desde una perspectiva fresca.

La sonrisa de Skármeta, su tono entre serio, pero cautivante, lograban lo que muchos consideraban inalcanzable: acercar el arte y los libros al gran público sin restarles profundidad ni belleza. El Show de los Libros fue una obra excepcional.

Hoy, más que nunca, atrevimientos tan preciosos como El Show de los Libros, se hacen tan necesarios… quizás parte de lo único que nos podría salvar como país, como humanidad.

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