Una verdad en la que todas las comunidades humanas concuerdan, de ayer y hoy, es que su nivel de desarrollo y bienestar depende del nivel de educación de las personas que la integran. En ello radica que las primeras acciones que emprenden es dotarse de sistemas educativos que respondan a sus necesidades, tanto del presente como las que anticipan a futuro.

Eso explica que la educación sea siempre un tema presente en la agenda pública, con especial énfasis en los grados de responsabilidad de las propias comunidades, de las autoridades territoriales y de las del nivel central. Asimismo, se debaten las políticas educacionales en temas de formación docente, contenidos curriculares, sistemas de evaluación de los resultados, infraestructura y, entre otros, las prioridades de financiamiento que le dan los respectivos gobiernos.

Las universidades son agentes de educación en muchas dimensiones. Así, el grado de desarrollo y calidad de vida que alcanzan los países y comunidades depende directamente de la naturaleza y excelencia que posean sus instituciones académicas. De ahí la necesidad que el Estado colabore en su fortalecimiento y apoyo de sus políticas.

Rol de las universidades

En un país como Chile, con marcadas desigualdades en los niveles de desarrollo, un rol fundamental lo cumplen aquellas universidades que, con rectorías en regiones fuera de Santiago, han asumido la noble misión de formar las y los docentes que en los recintos parvularios, escuelas y liceos educan a los actuales niños, niñas y adolescentes y a los adultos del mañana. Y también a quienes dan vida a las instituciones de educación superior.

Parte del debate reciente ha sido la creación y desarrollo de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) destinados a asumir la tarea antes en manos municipales y que en muchos lugares –sectores carenciados, rurales o aislados- enfrentaba todo tipo de problemas.

Si bien, la evaluación general del proceso SLEP es positiva, son numerosas las dificultades aún a superar para alcanzar los niveles que merecen las familias comprometidas y los requerimientos de nuestro desarrollo. Respondiendo a su compromiso misional con la excelencia y la calidad de la educación chilena, las universidades regionales han establecido diversos mecanismos de apoyo a los SLEP, en varios casos en conjunto con los respectivos gobiernos regionales.

La colaboración que brindan las universidades a la educación local y del país normalmente se apoya en estudios y programas de trabajo con las comunidades educativas y también, con las autoridades municipales, regionales y nacionales. Asimismo, sus especialistas forman parte de redes y programas internacionales, lo que les permite comparar y sobre todo conocer otras experiencias de políticas educativas que pueden ser útiles a nuestras realidades.

No está de más reiterar que los proyectos, programas y políticas públicas en el tema sólo serán exitosas si se apoyan en el conocimiento que aporta la observación rigurosa y sistematizada de todas las dimensiones que convergen en los procesos educativos.

Esa es justamente una de las debilidades que, como lo ha señalado el CRUCH, enfrenta el debate actual sobre los rendimientos del estudiantado y la calidad de los docentes que, de manera simple, busca ser enfrentado, elevando las exigencias en los procesos de admisión. Este es un problema multifactorial, incluyendo por supuesto la persistente caída en la matrícula de las pedagogías, que demanda acciones igualmente diversas.

El aporte de las universidades regionales no se agota en la formación de docentes en los niveles preescolar, básico, medio y superior; y tampoco en la generación de estudios sobre la educación local o nacional y en las dimensiones rural, urbana, género, pueblos originarios, migrantes, inclusión de la discapacidad y neurodiversidad, entre otros.

La formación docente y labores de investigación las realizan muchas instituciones, pero hay un ámbito que sitúa a las universidades regionales en una situación especial, estas son el amplio abanico de actividades que ellas realizan con las comunidades y entidades del entorno.

Experiencias y conocimientos

En efecto, cada día las 22 universidades regionales del CRUCH, además de la docencia de pre y posgrado, realizan cursos, diplomados, jornadas de capacitación, labores de asesoría, charlas y conferencias en temas relevantes para la comunidad local. Sus salones y espacios acogen a las instituciones públicas que buscan dialogar respecto de políticas de ciencia, descentralización, salud, cambio climático, infraestructura, e incendios forestales, arte y cultura, entre una diversidad de temas.

También los espacios universitarios acogen a agentes productivos y sociales para intercambiar experiencias, elevar sus conocimientos y, en un sentido amplio, su educación y comprensión de las realidades y desafíos que enfrentan. Un Presidente dijo “Gobernar es educar”, pero es igualmente cierto que “educar es gobernar”, pues ayuda a que las personas accedan a una mayor y mejor participación en los asuntos públicos.

Nuestras instituciones son referentes para las comunidades regionales, y en ellas muchas veces se centran las miradas para entender y enfrentar situaciones emergentes: nuevas tecnologías, la pandemia del covid-19, procesos legales, como la nueva ley Karin, entre otros.

Las comunidades regionales tienen la mayor valoración por sus universidades, pues ven que en muchos ámbitos relevantes ellas son la “alma mater ciudadana”.

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