Es altamente probable que en las próximas semanas varias autoridades de gobierno dejen sus cargos, pero no por el mal desempeño que muchos de ellos han tenido en la función de sus cargos, sino porque se cumple el plazo para que renuncien si quieren postular a las elecciones legislativas del próximo año.

La situación no deja de ser reveladora, porque este debe ser el único gobierno desde el retorno a la democracia, del que tengo memoria, en que nadie que haya tenido un mal desempeño es obligado a dejar su cargo. Esta es una administración donde da lo mismo si el trabajo se hace bien o mal, o si se cometen errores políticos graves o se atenta contra la investidura del cargo, ya que pueden estar seguros de que no serán sacados.

Quizás el único caso en el que las circunstancias obligaron a que un ministro se vaya, es el de Giorgio Jackson en Desarrollo Social, por su rol en el caso Fundaciones. Pero hoy vemos que en el Ministerio del Interior a nadie se le pide la renuncia por la peor crisis de seguridad que afecta al país, donde todos los días nos enteramos por las noticias de homicidios y hechos delictuales que para el Ejecutivo son parte de la nueva normalidad.

En el manual de principios del presidente Boric y de sus adláteres del Frente Amplio y el Partido Comunista parece no existir el concepto de responsabilidad política, esa que se ejerce en virtud de la misma función y que le cabe a las autoridades asumir cuando las cosas no andan bien.

Cuesta entender cuál es la lógica detrás de esta incapacidad para hacer efectivas las responsabilidades políticas por parte de La Moneda, porque si la razón es que no quieren pagar los costos de exigir renuncias, es más grave mantener en el cargo a autoridades mal evaluadas por la ciudadanía.

Más grave es que los motivos se deban a una actitud consciente asumida por el gobierno de negar la realidad y autoconvencerse que la marcha del país va bien, más allá de determinados inconvenientes, de lo contrario, no se explica que ante el tamaño descalabro que existe hoy en Salud, la ministra Aguilera se mantenga en su puesto.

Basta imaginar que la situación fuese al revés y ambas crisis se estuviesen dando en un gobierno de derecha, el actual oficialismo estaría presionando incluso en las calles para pedir las renuncias de los ministros responsables. Sería inconcebible que se mantuvieran en sus cargos ante tal escenario.

Esto demuestra la actitud autocomplaciente del Mandatario frente a su gabinete, cuyos integrantes tienen pocos incentivos para esforzarse en hacer las cosas mejor, si saben que pase lo que pase, nadie les exigirá que asuman su responsabilidad. Esto es como si un trabajador de una empresa privada tuviese la certeza que su desempeño no importa, porque tiene el puesto asegurado. Es evidente que esa persona se esforzaría muy poco por cumplir con las metas y objetivos trazados por la organización a la que pertenece.

Estamos, entonces, frente a un gobierno irresponsable, que, debido a su conducta negligente, está haciendo pagar un costo altísimo a los chilenos, porque no realiza los cambios y ajustes necesarios para mejorar su gestión en áreas tan sensibles para los ciudadanos. Dudo que esta postura cambie de aquí a que termine la actual administración, por lo que no queda más opción que esperar a que termine esta administración y en paralelo construir un proyecto alternativo y viable para reemplazar a quienes nos dejarán un pesado lastre.

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