Fernando Arancibia
Instituto de Éticas Aplicadas UC
El 27 de abril, BioBioChile publicó un reportaje sobre el trágico accidente que enlutó a dos familias. En este reportaje, se daban detalles del accidente, del autor, de su estado de ebriedad, de sus declaraciones, de los intentos de su familia por evitar el procedimiento regular, y del requerimiento de su nueva defensa para trasladarlo de clínica donde estaría realizando el arresto domiciliario total.
Hoy, nuevamente se saben nuevas informaciones sobre este caso, publicadas también por este medio. El caso permite analizar dos cuestiones de la mayor importancia moral: la justicia y la humanidad.
La justicia consiste, en casos trágicos como este -fruto de un actuar irresponsable- en que el causante de la tragedia sufra las consecuencias de su acción, que responda por la acción u omisión que realizó. La importancia de esta justicia –que podemos llamar retributiva– radica en que una sociedad no puede permitir impunidad de sus ciudadanos para agredir a otros, castigando de manera severa aquellos que, por conductas irresponsables, causan la muerte de otros. Cuando, por ejemplo, nos preguntamos si una sociedad es justa o no, podemos ver, entre otras cosas, cómo trata a quienes lesionan los derechos de los demás. Ese es el enfoque de la justicia.
Pero también podemos analizar el caso desde la perspectiva de la humanidad. En términos más precisos, desde una ética de la virtud, en la que podemos indagar en torno a las características, rasgos o disposiciones de una persona. El enfoque de la humanidad o de la virtud se preguntará acerca de cómo es una persona buena o mala.
La respuesta a esa pregunta dice relación con el análisis de sus disposiciones: una persona humana (o, en otros términos, virtuosa) manifestará empatía y preocupación por los demás, conocerá sus límites, ofrecerá ayuda al necesitado, no incurrirá en conductas de riesgo para él o ella o los demás. Una persona inhumana (o, en términos técnicos, viciosa), velará egoístamente por sus propios intereses, aun cuando haya otros que estén en una necesidad vital, y aun a costa de ellos. Una persona viciosa tergiversará o intentará tergiversar el sentido de justicia de las leyes y procedimientos.
Una tragedia donde se interrelacionan injusticia e inhumanidad
Por un lado, injusticia material, porque una buena defensa puede influir en un resultado injusto, aunque la justicia procedimental se respete. Injusticia, también, en el intento de la familia del autor por darle condiciones de castigo desproporcionadas al mal causado. Inhumanidad en desconocer a las víctimas, en tratar de evitar el castigo, en tener preocupaciones desproporcionadas a la hora del accidente (al victimario le importaba más su auto y su título que las personas que iban con él); la disposición viciosa de incontinencia e intemperancia del autor, su falta de autocontrol y conocimiento de sus límites; la inhumanidad de la familia, al no hacerse parte del dolor de las víctimas.
La justicia es fundamental para una sociedad bien ordenada. Por una parte, la falta de justicia retributiva produce impunidad. La impunidad de quienes, por poder político, económico, social o de otra índole, se consideran en una posición superior ante los demás ciudadanos, e incluso las instituciones y sus procedimientos.
Pero una sociedad no solo vive de justicia, sino que la humanidad permite que esa sociedad viva bien. Las personas buenas, es decir, aquellas que poseen virtudes, son aquellas que manifiestan empatía con el otro, no buscan doblarles la mano a las instituciones, y responden por sus actos.
Más personas virtuosas supondrán mejores ciudadanos: que conozcan sus límites, que no creen situaciones de riesgo, y aun cuando hayan provocado un mal moral muy grande, dedicarán su vida a enmendarlo. Sólo así podrá su vida tener sentido. Por el contrario, personas y familias inhumanas provocan tragedias, intentan evadir la justicia material y reproducen la inhumanidad en sus prácticas cotidianas.
El caso en cuestión evidencia, en síntesis, la injusticia y la inhumanidad que corroe el tejido social y que, a fin de cuentas, es la raíz de todos nuestros males.