En un reportaje de Tele 13 se puso de relieve una realidad ineludible: la creciente necesidad de apoyo para los adultos mayores con dependencia severa en Chile. Este problema, ya de por sí complejo, se agrava cuando consideramos que muchos de estos adultos mayores son atendidos por cuidadores que, a menudo, pertenecen al mismo grupo etario y enfrentan un desgaste físico y emocional significativo.
Chile, al igual que muchos países en el mundo, está envejeciendo rápidamente. Según la Encuesta CASEN 2022, la población de mayores de 65 años alcanza los 3.651.538, representando un 18,4% de la población. Las proyecciones del Ministerio de Desarrollo Social y Familia indican que esta cifra se incrementará al 33% para 2050. Este escenario plantea un desafío crucial para nuestra sociedad y nuestras políticas públicas: garantizar una atención adecuada y sostenible para nuestros adultos mayores.
El informe del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) subraya que uno de los principales retos es fortalecer el apoyo a las familias que se dedican al cuidado de sus seres queridos. Muchos cuidadores son también personas mayores, que enfrentan una carga física y emocional considerable sin los recursos ni el reconocimiento necesario. El desgaste y la falta de tiempo para el autocuidado de estos familiares-cuidadores pueden tener efectos devastadores tanto en su bienestar como en la calidad de la atención que brindan.
Dada la importancia de este tema, el actual gobierno incluyó en su presupuesto 2024 un alza del 25,2% para el programa Sistema Nacional de Cuidados, correspondiente al Ministerio de Desarrollo Social y Familia.
Pese a los esfuerzos desplegados, los recursos son insuficientes, lo que evidencia la importancia del trabajo conjunto entre el sector público y privado para seguir avanzando en este tema.
En este sentido, en nuestros más de 13 años de experiencia en servicios de cuidados domiciliarios a pacientes de instituciones públicas y privadas de la Ley 16.744, hemos observado que aproximadamente el 70% de quienes atendemos y que tienen dependencia severa no solo enfrentan desafíos significativos en términos de su salud, sino que también carece de una red de apoyo familiar efectiva y de un ambiente propicio para recibir una adecuada atención.
Creemos que la colaboración público – privada es necesaria para mejorar la calidad de vida de nuestros adultos mayores y de quienes los cuidan. Es prioritario establecer mecanismos de financiamiento que permitan a las familias acceder a servicios de cuidado de calidad sin que esto implique una carga económica insostenible.
El desafío es grande, pero no imposible. Con una acción coordinada y comprometida, podemos construir un sistema que garantice no solo la dignidad y el bienestar de nuestros adultos mayores, sino también el apoyo necesario para sus cuidadores. Es un tema que afecta a toda la sociedad y requiere un enfoque inclusivo y colaborativo.