Por: Juan Pablo Machuca
Hincha de la selección
Ese concepto de la “Generación Dorada” de la selección chilena; creo que es un gran error que cometemos, desde que empezamos a ilusionarnos con clasificatorias y ciertos campeonatos.
Si desglosamos cada participación del equipo, incluyendo las dos finales de Copa América que le otorgaron los títulos, especialmente considerando esas finales, el rendimiento de ese equipo –que ya no está– solo nos deja empates, es decir, evitar goles en contra. Prácticamente, todo se debe al increíble talento de Claudio Bravo –ahora retirado– en el arco y a la garra inigualable de Gary Medel. El resto del equipo es fácilmente olvidable.
Con delanteros -con el dolor de mi alma lo declaro- como los que tenemos, no podemos concretar nada. El talento de uno de los estandartes de la ofensiva, como Alexis Sánchez, destacan en el extranjero en sus equipos por el increíble y metódico juego colectivo del resto de compañeros. Si ese engranaje no funciona de la misma forma en Chile, Alexis pasa a ser una entidad individualista que intenta hacer todo el trabajo, y que de 20 jugadas, llegará con suerte a 2 con peligro al arco rival, y las restantes 18 oportunidades se llenará de regates o enganches, hasta que le quiten el balón. No porque Sánchez sea un mal jugador, sino porque no ve a ningún compañero y es porque ninguno de sus compatriotas busca ayudarlo.
Eduardo Vargas, destaca más por ser cómico en redes sociales que en el campo de juego. Sus últimas participaciones no tienen relevancia alguna, no es capaz de “llevarse” en velocidad a ningún defensa de América Latina. Errores no forzados en pases a destajo y una nula hambre de querer anotar.
El querido Ben Brereton, es más un nombre, una representación de la inocencia, la garra, y de lo educado que puede ser un jugador de fútbol. Incluso para muchos infantes, puede ser un digno ejemplo a seguir. Futbolísticamente hablando, la competición en la que se desenvuelve, no requiere una gran exigencia; o dicho en otras palabras: su campeonato posee jugadores de menor capacidad a los que podremos ver en equipos representantes de un país. Ben, me hace recordar mucho a Humberto Suazo. Talento hay, pero no de llevar un balón desde media cancha, combinando, creando oportunidades y buscando convertir. Suazo y Brereton son de los jugadores que si les das el balón solo frente al arco rival, lo más probable es que anoten y provoquen una gran alegría. Pero basta un defensa, para que ya no sepan qué hacer o cómo buscar anotar.
Tampoco Chile sabe, ni ha sabido históricamente mantener un resultado. Siempre la selección recibe el empate en los últimos minutos, o en peores casos documentados, les dan vuelta el partido. A excepción del partido contra México -ese recordado 7 a 0-, los chilenos nunca han podido mantener una diferencia de gol sólida. Y considerando con todo respeto a los hermanos mexicanos, ese para ellos es un encuentro para olvidar donde su desempeño fue paupérrimo. No fue Chile en ese partido “absolutamente sobresaliente”, solo jugaron de forma óptima aprovechando errores del rival. Pero fue México, quien jugó un encuentro malísimo.
¿Qué es realmente la generación dorada?
La “Generación Dorada”, existió netamente gracias a un desempeño “medianamente decente” que permitió llegar al equipo a dos finales -una por cierto de local-; pero que a la hora de enfrentar a un equipo con talento, solo en ese momento le sirvió para dos empates. Contra el mismo equipo. Prueba de ello, es el último encuentro de Chile con Argentina, donde sin Lionel Messi -gran talento y timón de esta selección- perdió de forma aplastante.
¿Cuál es la lección de esto? ¿Que Argentina es superior a Chile y siempre lo será? La respuesta es sí y no. Sí, tienen mucho más talento que Chile. Pero no, porque la diferencia radica en que Argentina jamás se perdonará a sí mismos, haber perdido dos finales contra Chile. Se prometieron jamás volver a perder, y lo seguirán cumpliendo de aquí a muchísimos años más.
Por otro lado, nuestra selección pierde históricamente de local contra Bolivia, y “Hubo un buen desempeño”, “No fue un mal partido”. El único gol de nuestra selección, fue de una jugada “no esperada” en que no se hizo un buen fair play -que ningún equipo probablemente haría- y que con el arquero altiplánico en buenas condiciones; no deja pasar ese error y el resultado hubiese sido un contundente 2 a 0. Pero Bolivia les volvió a anotar otro gol a los dos minutos.
Somos tan escasos de fútbol, que todo un estadio gritó ese gol de Vargas, como una gran hazaña, aun cuando el arquero realmente se lesionó y Vargas tenía el arco solo. La única forma actualmente que tiene de convertir cuando representa a su país.
La ilusión se terminó en Francia
“Dorada” es porque le permitió ganar dos trofeos, porque se conoció el “triunfo” tras ganar desde los doce pasos: por definición a penales. En 90 o 120 minutos Chile no es capaz de ganar a un equipo como por ejemplo Argentina. Solo le da para un empate, gracias, insisto, en gran parte a Claudio Bravo y a Gary Medel, entre otros.
Zamorano, Salas, Rosenthal, Tapia, Sierra, Tello, Reyes: pienso que ahí, si teníamos un equipo medianamente competitivo, que podía luchar con garra y fuerza contra potencias de este deporte, como por ejemplo Italia. Solo que sin copas, sin alargue, sin definición a penales, solo partidos definibles en 90 minutos de juego. Como se diría de una forma popular, la generación del año 1998 es un “Rey sin corona”.
Dejemos de idolatrar a personajes que brillan más fuera que dentro de la cancha. Arturo Vidal es solo un nombre. ¿Tiene talento? Pocazo. ¿Brilla en Colo-Colo? Obvio, si estuvo en grandes ligas. El fútbol de acá es quizás aficionado para él, pero no lo convierte en figura, ni indispensable. Es un hombre que se llena la boca en redes sociales cómo deben jugar sus compañeros. Por algo no fue convocado.
Ni Acosta, ni Garcés, ni Olmos, ni Bonvallet, ni Gareca, ni Bielsa, podrán solucionar esta “falsa ilusión” de una selección capaz. Eso se fue, se acabó y se terminó en Francia 98. Hace 26 largos años.