Sala de maternidad del Hospital Al Nasser, en Khan Younis | Copyright: Mariam Abu Dagga, MSF

Parir y nacer en gaza es un acto heroico

Por Tu Voz

13 septiembre 2024 | 10:44

María Florencia Francisconi es Licenciada en Obstetricia, oriunda de San Nicolás, Argentina. Florencia hizo su Residencia en el Hospital Especializado Materno Infantil “Argentina Diego”, en Buenos Aires, y estudió una Maestría en Salud Pública en España. En 2018, decidió dedicarse al sector humanitario. Empezó como responsable de actividades en terreno y más tarde se convirtió en Instructora de Soporte Vital Avanzado en Obstetricia para Médicos Sin Fronteras (MSF). Trabajó en Etiopía, Kenia, Palestina, Ucrania, Irak, Afganistán, Mozambique y ahora está en Gaza, donde acompaña los partos y coordina equipos, en medio del conflicto bélico.

Parir y nacer en Gaza pasó de ser uno de los momentos más importantes y probablemente más felices para muchas mujeres y familias gazatíes, a ser un acto heroico. Acceder a controles prenatales de rutina, transporte y a un parto seguro puede ser una odisea. Incluso dentro del mismo establecimiento de salud que Médicos Sin Fronteras (MSF) apoya, no pueden garantizarse procedimientos estándar, como un correcto lavado de manos con agua y jabón; muchos insumos esenciales dejaron de estar disponibles hace semanas.

En condiciones normales, luego de un parto, la madre y el hijo permanecerían en observación por 24 horas. Nada de esto sucede. Las mujeres llegan a parir agotadas, con mucho miedo e incertidumbre. Paren escuchando explosiones de fondo y no quieren permanecer más de un par de horas separadas del resto de su familia; les da terror que algo les pase y no estar a su lado.

Los recién nacidos no tienen mejor suerte; viven en refugios improvisados de plástico y telas desde su primer día de vida. No hay baños ni duchas. Las familias con camas son afortunadas, y mucho más aún los que pueden lavar su ropa. La lactancia materna exclusiva, fundamental en el desarrollo del bebé durante los primeros 6 meses de vida, es todo un desafío para madres deshidratadas, malnutridas y muchas veces enfermas.

Secuelas a mediano y largo plazo

Atendí mujeres para las que este bebé es de la poca familia que les queda. También muchas de mis colegas obstétricas y médicos atienden a pacientes y se presentan a trabajar incluso al día siguiente de haber perdido 7 u 8 miembros de su familia en un bombardeo.

Las consecuencias de la guerra sobre estos bebés y niños no solo son evidentes a corto plazo y en términos físicos; también hay secuelas a mediano y largo plazo que involucran su salud mental y su crecimiento. Todos los factores estresantes a los que son sistemáticamente expuestos podrían asociarse incluso a retrasos en el desarrollo en varios ámbitos, como el funcionamiento cognitivo, la regulación de las emociones, el procesamiento afectivo y el control prospectivo.

Muchas mujeres están sufriendo abortos espontáneos también, probablemente relacionados con las condiciones de vida y el contexto.

Un alto el fuego

La única forma de ayudar a los recién nacidos y a los niños de Gaza es garantizar un alto el fuego inmediato y sostenido. Todo lo que necesitan ahora mismo tiene a la paz y la seguridad como base. Necesitan que sus madres estén sanas desde el período prenatal, tanto física como mentalmente, acceso al sistema de salud, transporte disponible a toda hora, y un hospital que funcione, bien equipado, con insumos y prácticas seguras.

Los centros de salud están muy por encima de su capacidad; muchos pacientes pediátricos duermen en los pasillos y muchos de los enfermeros, médicos y matronas palestinos que los asisten han pasado toda la noche buscando un lugar “seguro” para poder montar la carpa que será su “hogar” y el de su familia hasta -tal vez- alguna nueva orden de evacuación.

Ellos son parte de la comunidad, han sido también desplazados; muchos viven en carpas en la playa, perdieron sus casas, familiares y amigos. Y allí están, en un acto único de solidaridad y empatía, demostrándose que se tienen los unos a los otros.

Nos enfrentamos a muchísimos desafíos

Necesitamos poder movernos de forma segura para llegar al hospital o a nuestros centros de salud. Lo mismo con nuestros pacientes: ¿qué hace una embarazada en trabajo de parto a las 2 a.m. que vive en una carpa de plástico? ¿Con quién deja al resto de sus hijos? ¿Cómo llega a buscar asistencia?

En mis años de trabajo en emergencias con MSF, nunca vi este nivel de destrucción y espero no tener que volver a verlo. Entramos a Gaza justo cuando dieron una orden de evacuación. Todo era un caos, gente por todos lados, llevando a cuestas lo mucho o poco que les quedaba; había muchísimos chicos. Lo peor es que no fue una “primera impresión” al llegar; vemos la misma imagen y tenemos la misma sensación todos los días.

Los bombardeos, los establecimientos de salud dañados o que no funcionan al 100%, los desplazamientos masivos, el colapso de los suministros de agua, electricidad y recolección de basura, y el acceso restringido a alimentos y medicamentos, hacen que el embarazo, parto y puerperio no sean precisamente una experiencia positiva.

Siento que poner todo esto en palabras es limitarlo; no encuentro las palabras que describan la situación que vemos mis compañeros y yo a diario.

María Florencia Francisconi
Médico obstetra en Gaza

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