La derecha chilena enfrenta una encrucijada política crucial donde sus fuerzas intentan consolidar su rol en un escenario fragmentado y de alianzas reconfiguradas. Para abordar esta cuestión, es esencial examinar tres opciones estratégicas: el veto, la influencia y la coalición con vocación de mayoría.

Por Aldo Cassinelli Capurro
Director Escuela de Gobierno
Universidad Autónoma de Chile

Un partido con capacidad de veto: el poder del no

Esta opción es la del partido que se conforma con tener capacidad de veto. Este rol, si bien secundario, no es menos importante. El veto permite a un partido impedir o modificar propuestas políticas con las que no está de acuerdo, otorgándole un poder considerable, especialmente en un escenario sin mayoría absoluta.

Para la derecha chilena, esta estrategia puede ser tentadora, especialmente en un contexto de fragmentación política y dificultad de consenso. Un partido con capacidad de veto puede bloquear iniciativas contrarias a sus principios, ejerciendo presión para que se adopten sus puntos de vista o minimizando las concesiones a la izquierda.

Sin embargo, centrarse únicamente en el veto puede tener riesgos. Un partido que se limita a decir “no” corre el riesgo de ser percibido como obstruccionista, incapaz de ofrecer alternativas constructivas. Esta percepción puede erosionar su base de apoyo y disminuir su relevancia a largo plazo. Además, en un contexto de polarización, el veto puede exacerbar divisiones y dificultar la posibilidad de alcanzar acuerdos beneficiosos para el país.

El partido influyente: la búsqueda del poder activo

Un partido que pretende ser influyente aspira a más que la simple representación. Busca incidir en la agenda pública y en la formulación de políticas, promoviendo sus principios de manera proactiva. Esto implica construir alianzas estratégicas, no solo dentro de la derecha, sino también con sectores más amplios que compartan ciertos intereses.

Para la derecha chilena, esta estrategia requiere un replanteamiento del discurso y prácticas políticas. Un partido influyente debe estar dispuesto a dialogar con otros actores, cediendo en algunos puntos para lograr avances significativos en otros. La capacidad de negociación y el pragmatismo son claves aquí. La influencia no se logra únicamente con confrontación; también se requiere la habilidad para construir consensos y encontrar puntos de convergencia.

La historia reciente de Chile demuestra que los partidos más influyentes son aquellos que, más allá de la retórica, han sabido adaptarse a las realidades cambiantes y han buscado activamente formar parte del proceso de toma de decisiones. Si la derecha chilena desea ser influyente, debe integrarse en la construcción de un proyecto de país que vaya más allá de sus propias filas.

Coalición con vocación de mayoría: la construcción del poder sostenible

La tercera opción es la más ambiciosa y posiblemente la más difícil: formar parte de una coalición con vocación de mayoría. Esta estrategia requiere construir una alianza amplia que logre un respaldo mayoritario en las urnas y gobernar de manera efectiva.

Para la derecha chilena, esta opción implica superar las diferencias internas y construir un proyecto político que atraiga a un electorado más amplio. Una coalición con vocación de mayoría no solo busca ganar elecciones, sino también gobernar de manera sostenible, implementando políticas con suficiente respaldo social para perdurar en el tiempo.

Este enfoque exige un liderazgo fuerte, capaz de articular las distintas sensibilidades dentro del sector y de proyectar una visión de país que trascienda las divisiones partidistas. Además, requiere un compromiso con la gobernabilidad, lo que implica estar dispuesto a hacer concesiones y trabajar con otras fuerzas políticas, incluso aquellas con las que existen desacuerdos significativos.

Después de leer la descripción anterior, usted tiene la capacidad de discernir quién es quién en el espectro político del sector y lo más importante, puede determinar con su voto a qué tipo de proyecto adscribe pensando en el futuro del país.

La derecha chilena tiene una oportunidad histórica para redefinir su rol en la política nacional. Optar por el veto, la influencia o la coalición con vocación de mayoría no es una elección menor; es una decisión que marcará el futuro del sector y su capacidad para incidir en el rumbo del país. El desafío es grande, pero también lo es la posibilidad de construir un proyecto político relevante, inclusivo y capaz de ofrecer soluciones a los problemas que enfrenta Chile.

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