Señor director:

El suicidio es un acontecimiento devastador para las familias que lo enfrentan y, por cierto, un tema difícil de hablar. En un nuevo Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que se conmemora cada 10 de septiembre, es importante hacer notar que se necesitan acciones colectivas para afrontar este urgente problema de salud pública.

Si bien en Chile existe un plan nacional en esa línea, la tarea preventiva debe ser asumida por cada uno de nosotros. Particularmente porque pese a su complejidad, el suicidio se puede prevenir porque no es algo que aparezca en forma súbita. Se habla de que un 80% de las personas que mueren por suicidio han dado pistas de tener intención de acabar con su vida.

Por tanto, para enfrentar esta realidad, es vital que abordemos el tema desde la compasión. La misma que nos permitirá comprender el dolor que subyace en cada persona que intenta quitarse la vida. No se trata de juzgar ni de buscar respuestas fáciles, sino de acompañar, escuchar y estar presentes, de tender puentes hacia aquellos que sienten que no tienen otro camino.

Advertir las señales permite ofrecerles un espacio seguro que ayude a mitigar el riesgo de suicidio, sin subestimar el poder de una conversación sincera o de un gesto de empatía. Es así como, en un mundo que a veces puede parecer indiferente, nuestra capacidad de conectar y de mostrar compasión puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Y es donde la sociedad puede convertirse en la gran protectora de la vida. Quizás no de todos, pero sí podemos salvar a muchos.

Quien tiene ideas suicidas, lo único que quiere es que se alivie su sufrimiento y lo mágico en el ser humano es que el dolor se suaviza cuando se está acompañado.

María Ignacia Sandoval
Psicóloga Programa Contigo en el Recuerdo

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile