En la actualidad, vemos cómo las redes sociales no solo moldean la manera en que los jóvenes se comunican, sino también cómo piensan, sienten y actúan.

Debemos reflexionar sobre un tema que, aunque planteado hace más de medio siglo, resuena con una vigencia perturbadora en nuestra sociedad actual. En 1956, el filósofo alemán Günther Anders publicó La obsolescencia del hombre, una obra que, desde entonces, se ha convertido en una crítica fundamental a la relación entre la humanidad y la tecnología. A través de su análisis, Anders nos advierte sobre la deshumanización que surge cuando los seres humanos se ven superados por las máquinas y sistemas que ellos mismos han creado.

La omnipresencia de la tecnología digital

Hoy, en pleno 2024, las redes sociales y la tecnología digital han alcanzado una presencia omnipresente en nuestras vidas, especialmente entre los jóvenes. Esta presencia, aunque llena de potencial para conectar y democratizar la información, también trae consigo los peligros que Anders anticipó.

Anders argumentó que la tecnología moderna deshumaniza a las personas al transformarlas en piezas intercambiables de un sistema mayor. En la actualidad, vemos cómo las redes sociales no solo moldean la manera en que los jóvenes se comunican, sino también cómo piensan, sienten y actúan.

La dependencia de estas plataformas, diseñadas para maximizar el tiempo de uso y la interacción superficial, puede llevar a una alienación de la realidad y a la pérdida de la capacidad crítica, reduciendo las interacciones humanas a meros intercambios digitales.

Un concepto central en la obra de Anders es la “vergüenza prometeica”, esa sensación de inferioridad que los humanos experimentan frente a la perfección y eficiencia de sus propias creaciones tecnológicas.

Hoy, los jóvenes enfrentan una versión moderna de esta vergüenza al compararse constantemente con las vidas idealizadas que ven en las redes sociales. Las imágenes curadas y las experiencias filtradas crean un estándar inalcanzable, generando sentimientos de insuficiencia y ansiedad, y erosionando su autoestima.

Tecnologías, redes sociales, y una crisis moral y ética

Anders también señaló que la tecnología moderna ha desencadenado una crisis moral y ética. En nuestro tiempo, esta crisis se manifiesta en la forma en que las redes sociales manipulan la información, fomentan la desinformación y polarizan a la sociedad.

Los algoritmos que rigen estas plataformas priorizan el contenido que genera más reacciones, a menudo a expensas de la veracidad o la reflexión crítica. Esto no solo afecta la calidad del discurso público, sino que también distorsiona la realidad para millones de jóvenes que confían en estas plataformas como su principal fuente de información.

Las reflexiones de Günther Anders no solo nos invitan a cuestionar el impacto de las redes sociales y la tecnología en la juventud de hoy, sino que también nos advierten sobre los riesgos de una sociedad que, en su búsqueda de conectividad y eficiencia, puede perder su humanidad.

Mientras que estas herramientas ofrecen oportunidades sin precedentes, debemos ser conscientes de los peligros que conllevan. Es esencial que, como sociedad, fomentemos un uso crítico y consciente de la tecnología, promoviendo la diversidad de pensamiento, la reflexión crítica y una verdadera conexión humana, elementos que son fundamentales para preservar nuestra humanidad en un mundo cada vez más digital.

Marcos Almonacid Burgos
Secretario de Estudios de la Carrera de Ingeniería Civil Industrial
Universidad Autónoma de Chile Sede Temuco

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