Ser madre de un hijo o hija trans es abrazar el amor con los ojos cerrados, sin límites ni barreras. Es caminar junto a ellos en su viaje hacia la plenitud, tomando decisiones que los acerquen a su verdadera identidad, con la convicción de que cada paso es en beneficio de su felicidad y salud mental. Aunque duele recordar los momentos de dolor y angustia, también atesoro las alegrías y avances en su camino hacia el reconocimiento y aceptación.

La realidad de las personas trans, y especialmente de la infancia trans, no puede seguir siendo invisibilizada. No podemos discutir acerca de ellos sin ellos presentes, sin sumergirnos en sus vivencias, sus historias y testimonios.

Recuerdos de dolor y alegrías

Nunca olvidaré su dolor y los ojitos de tristeza al ser cuestionada por médicos durante atenciones de salud, o por un policía de la PDI al ingresar o salir del país por vacaciones familiares, o al ser golpeada en la espalda por un compañero que cuestionaba los juguetes que le gustaban a los 4 años.

La vergüenza que sentía al ser vista por las personas tomando juguetes en un pasillo de supermercado que socialmente se relacionaban con su género sentido, la impotencia como padres al ser rechazada la solicitud de respeto de su nombre social en una clínica privada, ganando un recurso de protección en la corte… y tantos momentos más, como sus angustias al iniciar su pubertad y sentir disforia por características sexuales secundarias.

También recuerdo sus alegrías y avances en el reconocimiento de su identidad: la elección de su nombre social, el reconocimiento incondicional de su identidad por su familia y escuela, el cambio de nombre y sexo registral, e inicio de su bloqueo puberal. Todo acompañado por sus padres, su psicóloga y un equipo multidisciplinario.

Es por todo eso que su pronóstico de vida le ha permitido quedarse en su casa, junto a su familia y en su comunidad. No como tantas personas trans que no tuvieron la oportunidad de recibir ayuda médica, siendo marginadas y estigmatizadas por un sistema de salud injusto.

Un debate mundial que no integra a los protagonistas

Hoy se abre un debate a nivel mundial, donde se discute este tema entre médicos, la sociedad científica e instituciones estatales.

En Reino Unido, un estudio realizado por la médica pediatra Hilary Cass señala que no existe suficiente evidencia de los beneficios ni riesgos de usar hormonas y bloqueo de pubertad. Y yo me pregunto, ¿dónde quedan las vivencias de los niños y sus familias en su transición? Así se desconoce históricamente el camino que han atravesado las personas trans, siendo juzgadas, cuestionadas, patologizadas y desconociendo los beneficios de tratamientos médicos libremente escogidos.

Me duele el corazón como madre y profesional psicóloga, acompañando desde hace más de 9 años el proceso de transición en la infancia, que exista una mínima posibilidad de retroceder en lo que hemos avanzado como país, en relación al reconocimiento de la identidad de género como un derecho y la posibilidad de acompañamiento biopsicosocial en la transición de nuestros niños y adolescentes.

La importancia del apoyo emocional

Es necesario siempre avanzar escuchando lo que sienten y lo que tienen que decir sobre sus propias vidas. Son ellas y ellos quienes deben ser actores principales en cada ley, en cada política pública y en cada decisión a nivel país que afecte o beneficie sus vidas.

Aunque el informe Cass del Reino Unido plantea cuestionamientos sobre los beneficios y riesgos de los tratamientos hormonales en niños trans, es importante reconocer que los aspectos emocionales y de acompañamiento son fundamentales en el proceso de transición.

Más allá de los datos científicos, hay experiencias humanas únicas y valiosas que deben ser consideradas. El amor, el apoyo emocional y la validación de la identidad son pilares fundamentales para la salud mental y el bienestar de los jóvenes trans. Por lo tanto, es crucial integrar estos aspectos en cualquier discusión sobre tratamientos hormonales, reconociendo que el bienestar emocional y el apoyo familiar son tan importantes como la evidencia médica.

Un llamado a una sociedad inclusiva

Como madre y psicóloga, me duele ver el debate global sobre los tratamientos médicos para niños trans. Pero confío en que no retrocederemos en el reconocimiento de sus derechos y en el acompañamiento integral que merecen.

Que su voz y su experiencia sean siempre el motor que impulse el progreso hacia una sociedad más inclusiva y respetuosa.

La vida, a los ojos de algunos, no encaja con los estereotipos dictados. Algunas personas sentimos en nuestro interior que las cajas destinadas a nuestras experiencias vitales se nos quedan pequeñas y deformes, haciendo lo imposible por encajar.

Pero, ¿y si atendemos la llamada de nuestro ser interior y sin miedo descubrimos que nuestro mundo puede transformarse haciéndose más llevadero y armonioso para sus habitantes?

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