En la actualidad un alto porcentaje de fumadores cree que los cigarrillos electrónicos, también conocidos como vapeadores, son más sanos que los tradicionales, considerándolos una buena alternativa para dejar o disminuir el consumo de tabaco. Sin embargo, contraria a esta creencia, se ha descubierto que estos aparatos producen daño agudo, irritación y obstrucción bronquial, además de tos e inflamación.
El Instituto de Salud Pública de Chile (ISP) evidenció dos nuevos efectos nocivos asociados a su uso. El primero compromete la salud de la microbiota oral, favoreciendo la aparición de caries, periodontitis (infección de las encías) e incluso hasta la pérdida de dientes. El segundo efecto está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, manifestadas por un aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, ritmo cardíaco irregular, problemas vasculares y la posibilidad de formación de coágulos sanguíneos.
Uno de los principales problemas radica en el incremento del consumo de cigarrillos electrónicos entre adolescentes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este hábito puede causar daños en el desarrollo del cerebro, resultando en trastornos del aprendizaje y ansiedad.
En otra arista, cabe destacar que las baterías defectuosas de estos aparatos, representan un riesgo considerable, ya que pueden ocasionar lesiones graves debido a incendios o explosiones. Además, tanto adolescentes como adultos han experimentado intoxicaciones al ingerir, inhalar o absorber el líquido de estos dispositivos.
En Chile, según la Asociación de Consumidores Vapeadores de Chile, hay más de 350.000 usuarios de vaporizadores. La falta de una regulación que controle su consumo está generando serias problemáticas sociales y de salud, las cuales requieren una atención urgente.