Cuando abraces a tu madre, cuando la mires a los ojos y te des cuenta, que sin importar tu edad, siempre vas a necesitarla. Cuando desees que ella sea eterna, que jamás te falte. Cuando se lo digas: ‘mamá, no te mueras nunca’, piensa en los niños de Gaza.
A siete meses del inicio del genocidio perpetrado por Israel contra los palestinos, 10 mil mujeres han sido asesinadas y 19 mil han sido heridas. Son ellas, junto con los niños, las víctimas principales del asalto del Estado sionista. “Esta continúa siendo una guerra contra mujeres”, asegura la Agencia de Refugiados Palestinos de la ONU (UNRWA).
UNICEF señala que al menos 19 mil niños han quedado huérfanos y muchos de ellos no tienen un adulto que los cuide.
Se estima que cada día 37 menores pierden a su madre. Por eso, cuando abraces a la tuya, y recuerdes todas las veces que te salvó de las desgracias del mundo, regocíjate en el privilegio de tenerla, de haber crecido a su lado, de saberla segura en el mundo.
Piensa entonces en esos niños que caminan el infierno en la tierra sin ella y que eso te mueva a ayudarlos. Qué cansada estoy, como madre y como hija, cuando escucho a la gente decir que prefieren no saber o no ver porque se sienten impotentes, porque no pueden hacer nada.
Eso es solo una excusa apática, porque sí puedes hacer algo, ¡puedes hacer muchísimo! Las formas de ayudar son infinitas y la información de cómo hacerlo está a un click de distancia.
En un mundo distópico donde los líderes no son capaces de detener la peor masacre de niños de la historia moderna, abraza a tu madre, abrázala fuerte, por todos aquellos que en Gaza no pudieron decir “Feliz día, mamá”.