Las mentiras fueron muchas, pero las que quedaron en la retina del mundo fueron los supuestos 40 bebés decapitados y la violación masiva de mujeres. A pesar de que posteriormente estos hechos fueron desmentidos, la narrativa quedó establecida y hasta el día de hoy se sigue hablando de ellos como verdades.
Junto a la conmoción generada por estas falsedades, Israel aprovechó de transmitir que los palestinos son unos bárbaros, unos animales que no merecen la compasión del mundo y a quienes no aplican los derechos humanos, pues ellos no pertenecen a esta categoría. Es más, Israel estaría haciendo un acto de heroísmo al borrarlos del mapa.
Basta con escuchar las declaraciones públicas de los principales miembros del gobierno, de la Kneset y también de influyentes personajes de la sociedad de Israel.
Adicionalmente, la propaganda israelí tiene por objetivo distraer y desviar la atención de la raíz del problema: la ocupación. La ONU ha hecho incansables llamados a terminar con esta ilegalidad e Israel, en vez de acatar la norma internacional, escoge evitar, a toda costa, que se hable de ello.
Esta táctica ha llegado a los medios de comunicación occidentales. Por lo mismo, cada vez que un representante de Palestina tiene un espacio, en lugar de permitirle hablar de su historia, de su visión, se le bombardea con la siguiente lista de preguntas:
¿Cuál sería una respuesta proporcional?
¿Israel tiene derecho a defenderse?
¿Condenas a Hamas?
¿Israel tiene derecho a existir?
¿Cuál es tu postura tras el 7 de octubre?
¿Por qué los países árabes no quieren aceptar a los palestinos?
Esto provoca que nuestros representantes deban desperdiciar valioso tiempo, del poco espacio que tenemos en los medios, para explicar lo obvio, y asegurarle al mundo que los palestinos somos seres humanos y no seres despiadados que apoyan la matanza de civiles. Solo entonces podemos hablar del contexto que llevó a esta situación, y cuando lo hacemos, absurdamente se nos acusa de antisemitas y de simpatizantes del terrorismo.
Esto impide que las audiencias conozcan nuestro punto de vista y también que podemos avanzar hacia un diálogo civilizado.
Es tarea y responsabilidad de los periodistas no caer en esta propaganda básica, estudiar el contexto que llevó al ataque del 7 de octubre por parte de Hamas, y revisar las fuentes antes de publicar titulares incendiarios que generan odio y contribuyen a la deshumanización de los palestinos.
Como periodistas es nuestra tarea hacernos y hacer las preguntas que incomodan al poder:
¿Qué estaba pasando antes del 7 de octubre?
¿Cómo militantes de Hamas atacaron a Israel con tanta facilidad?
¿Por qué Benjamín Netanyahu llamó a financiar a Hamas en 2019?
¿Por qué Israel tiene cientos de presos palestinos, incluido niños, sin efectuarles cargos durante meses?
¿Cree en el derecho a defensa de los palestinos?
Y quizás, la interrogante más importante de todas: ¿Palestina tiene derecho a existir?
Como informadores, no basta con entregar las versiones de las partes involucradas; además debemos hacer todo lo que esté en nuestro poder por descubrir quién dice la verdad y para eso hay que hacer un esfuerzo adicional, porque la verdad que incomoda, aquella que puede cambiar la historia, siempre estará oculta.