Posteriormente, el año 2012 se instalaron las primeras sirenas de evacuación y se establecieron 89 Puntos de Encuentro ubicados en las comunas de Iquique y Huara (Pisagua).
Así también, ese año se realizó el primer simulacro nocturno alcanzando una participación cercana al 75% de la población de estas dos comunas.
Una ciudad preparada
Al año siguiente, el 2013, nuevamente se realizó un ejercicio por variable de terremoto, en esta oportunidad fue escolar, destinado a poner en práctica el Plan Integral de Seguridad Escolar (PISE) en los establecimientos educaciones ubicados en el borde costero de la Región de Tarapacá.
Esas instancias de preparación fueron la antesala al evento que puso a pruebas las capacidades de la comunidad. Un sismo de magnitud 8.2, ocurrido el martes 01 de abril de 2014, a las 20:46 horas, con epicentro 94 km al noroeste de Iquique.
En aquella ocasión, la población no terminaba de asimilar lo ocurrido, cuando un nuevo evento de 7.5 se registraba a las 20:49 horas con localización 29 km al NO de Iquique y 25 km de profundidad.
Los sistemas acústicos (sirenas) comenzaron a sonar y la comunidad conocedora del riesgo dio inicio al proceso de evacuación, por las vías conocidas y practicadas en los ejercicios pasados.
De igual forma, por primera vez se hacía envío de la mensajería SAE a los 90 modelos de equipos telefónicos que estaban certificados para recibir ese tipo de mensajes. A los pocos minutos se registraban los primeros trenes de olas, generando daños en caletas y en el puerto de de la ciudad de Iquique.
Las puertas del centro de reclusión se abrieron permitiendo la salida cerca de 300 internas, en tanto la Ruta 16 se mantuvo cortada por varios días.
Sin embargo, eso no fue todo, al día siguiente, el 02 de abril, cuando se comenzaban a realizar las labores de rehabilitación, un nuevo evento llegó a las 23:43 horas, en esta oportunidad un sismo de magnitud 7.7, menor al registrado el día anterior, pero con una intensidad superior (los informantes Mercalli reportaron hasta grado IX en esa escala de medida).
Entre enero y abril de 2014, entre las regiones de Arica y Parinacota y Tarapacá, el Centro Sismológico Nacional registró cerca de 300 sismos con magnitudes que entre los 4.0 y 6.0, y nueve sismos sobre 6.0, los que se tradujeron en que las autoridades comunales activaran los albergues de forma anticipada.
Los eventos de los días 1 y 2 de abril dejaron un lamentable saldo de seis víctimas fatales, más de 12 mil viviendas con daños de distinta consideración, más de 20 mil afectados entre Iquique, Huara, Alto Hospicio y Pozo Almonte; más de 717 réplicas del evento mayor.
Claramente, de no haber existido la preparación de las autoridades y la preparación comunitaria, el resultado hubiese sido catastrófico.
Gestión del Riesgo de Desastres
La Gestión del Riesgo de Desastres tiene componentes relevantes como son el comprender el riesgo, la forma en que lo gestionamos, y qué medidas adoptamos para reducirlo o minimizarlo.
Igualmente es importante asumir que se vive en una zona con una clara amenaza, y que por nuestra ubicación estamos con un alto nivel del exposición y vulnerabilidad frente a esa amenaza. Es decir, con un alto nivel de riesgo.
Lo anterior, releva la importancia de contar con Planes de Emergencia con detallados mapas de evacuación, hacer los simulacros con la comunidad y las simulaciones con los integrantes del COGRID.
En Iquique existía un Plan de Emergencia Comunal con las vías de evacuación correspondientes, estaban los albergues preparados, existía una comunidad preparada y organizada, estaban los sistemas de alertamiento como las sirenas y los mensajes SAE disponibles. Asimismo, el municipio de Iquique conformó el entonces Comité de Operaciones de Emergencia ante sismos precursores que daban cuenta que algo mayor podría ocurrir.
Es decir, esto no fue una casualidad, es un claro ejemplo de la importancia de tener comunidades y autoridades preparadas en todos los niveles.
Lo que llama aun mas la atención, es que en el año 2014 no existía la ley 21364, la cual obliga a los integrantes del SINAPRED a tener lo antes indicado.
En este caso existían una clara comprensión del riesgo y que la única forma de gestionarlo es con el compromiso de todos, teniendo claramente definido los roles y tareas, en la etapa de prevención y mitigación, como en la respuesta.