La primera razón y es bastante obvia, por la cual está en riesgo, es porque no tenemos una estrategia y un sistema de seguridad nacional. Ello a pesar de que los especialistas en la materia lo vienen levantando desde hace bastante tiempo, sin que nadie del gobierno se haga cargo de tomar acción. Esto es algo que viene de gobiernos anteriores, pero que ahora dada la realidad actual se hace más patente y necesaria.
No es lo mismo tener una política de defensa y su respectiva política militar, las cuales se enfocan en la defensa del territorio, mares, espacios aéreos y el espacio exterior chileno, como también en la protección del interés nacional donde sea que esté ubicado.
La seguridad nacional como debe entenderse no es la versión de los 60s y 70s que estaba principalmente enfocada en las amenazas marxistas que eran empujadas por la Unión Soviética y sus satélites, siendo Cuba su representante en la región. Desde entonces que la palabra seguridad nacional no gusta a muchos, especialmente a los de la izquierda.
Tampoco debe entenderse como la estrategia que desarrolla el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), ya que este organismo es solo consultivo y asesora al presidente de la República cuando este lo cita, cómo fue el caso a comienzos de febrero. El COSENA hoy en día no tiene un rol, propósito y objeto, y menos una estrategia o un sistema a través del cual actuar. Puede llegar a tener un uso, pero tendría que ser parte de la estrategia que se diseñe para atender el tema.
Los temas para una estrategia de seguridad nacional
Una estrategia de seguridad nacional debe hacerse cargo de todos los temas que ponen en riesgo la seguridad y derecho a vivir en paz de todos los chilenos. Por eso es nacional y es más que solo la seguridad pública, forma en que lamentablemente se entiende por la actual administración, dejando fuera cosas como por ejemplo es nuestra debilidad estructural en lo que a incendios forestales se refiere.
Para ser precisos estamos hablando entre otros de los siguientes riesgos y amenazas que la estrategia y sistema de seguridad nacional se deben hacer cargo, y que se hacen más críticos en la ausencia de una estrategia y sistema que los atiendan:
1) Crimen organizado profesionalizado y violento que opera en las principales ciudades del país.
2) Insurgencia Mapuche en la Macrozona Sur, la que a veces se viste de delincuencia, violencia rural, y terrorismo.
3) Inmigración ilegal a través de nuestras fronteras con el Perú y Bolivia.
4) Inmigrantes indocumentados de los que no sabemos nada, pudiendo varios ser criminales o agentes de estados extranjeros.
5) Estamos ubicados en un mal barrio. El Perú, Bolivia y la Argentina son estados débiles, que pueden ser usados para fines criminales o por terceros como Irán o Venezuela.
6) Nuestra ciberseguridad es débil y no está a la altura de los tiempos. Basta recordar eventos como los ciberataques al Estado Mayor Conjunto, o de servicios estatales como el Registro Civil, o los que afectan a bancos e infraestructura crítica.
7) Incendios forestales tanto producto de las altas temperaturas de los veranos, como producto de incorrectas decisiones de planificación urbana, lo que es aprovechado por pirómanos y terroristas.
8) El cambio climático que está afectando el clima, niveles del mar, temperaturas veraniegas, y muchas otras cosas más.
Cómo verán, ninguno de los temas anteriores es de carácter militar, los que obviamente se agregan a los anteriores para los fines de seguridad nacional. Y también, es evidente que hay más que simplemente amenazas que vienen del crimen organizado, por lo que si paramos solo en la seguridad pública como indica el gobierno, nos quedamos cortos.
Los problemas que indiqué anteriormente se hacen más graves si se toma en cuenta que no tenemos un sistema de inteligencia que nos permita saber dónde estamos y que tenemos por delante. Hoy estamos a la merced de los problemas y de la iniciativa de quienes se aprovechan de nosotros. La inteligencia es el faro iluminador que nos ayuda a establecer un rumbo y evitar los peligros que nos puedan afectar.
Dicho todo lo anterior, está más que claro que si no tenemos una estrategia y sistema que se hagan cargo de los graves problemas que nos afectan, que la seguridad nacional si está en riesgo, más aún si consideramos la naturaleza crítica de las amenazas, su variedad y cantidad.
Literalmente estamos haciendo agua y el gobierno, afectado por su ideología, falta de experiencia, torpezas presidenciales, prefiere actuar como la banda del Titanic, no tomando responsabilidad por lo que ocurre, o esperando que surja algún milagro que les permita volver a su realidad virtual.
Tampoco disponemos a nivel de gobierno de una organización que se haga cargo de la seguridad nacional, y es por ello por lo que no es de sorprender entonces que la opinión pública busque a las fuerzas armadas para que se hagan cargo de la estrategia y del sistema de seguridad nacional.
Ello producto que son de las pocas instituciones confiables que funcionan y tienen experiencia en la materia, que entienden los problemas que tenemos, y que ya han sido incorporadas como parte de la solución a pesar no estar diseñadas para resolver varios de los males que nos aquejan.
Ya no tenemos espacio para más problemas. Hora de resolver lo que nos molesta y de evitar otros males aún peores. Si no lo hacemos pronto, iremos por el camino de Noboa en Ecuador o tendremos que tomar soluciones del tipo Bukele en El Salvador. El caso del asesinato del teniente venezolano Ronald Ojeda es una señal muy potente que no se puede obviar.
Las cosas no se resuelven enviando proyectos de ley como los de inteligencia, reglas de uso de la fuerza, creación de un ministerio de seguridad, o bien presentando querellas que traspasan el problema al Ministerio Publico. Se arreglan partiendo por un buen y completo diagnóstico, lo que da la pasada para el diseño de una estrategia que ataque los males que nos afectan.
Por ultimo y algo que se debe hacer de inmediato, retomar el control del territorio. Sin eso no hay seguridad publica que valga. Partes de Chile están bajo el control del crimen organizado y otras de insurgentes. Sin eso no hay estrategia que funcione. Para ello no se necesitan de nuevas leyes, solo de voluntad política.