Taylor Swift es una cantante y compositora norteamericana, que se hizo popular entre los más jóvenes por cantar canciones cuyas letras eran bien identificables con las vivencias y experiencias que se viven a esa edad.
Con el paso de los años, su música transitó desde el género country hacia uno más pop, pero la fórmula del éxito seguía siendo la misma: el grado de precisión con la que su público se podía identificar con las letras.
Su carrera es impresionante: Swift es de las artistas más vendidas de la historia, sólo en Estados Unidos se han vendido 46,5 millones de copias y en el resto del mundo 87 millones de álbumes y 155 millones de singles.
Recientemente obtuvo, por cuarta vez, el premio al mejor álbum del año en los Grammy; cuenta con 281 millones de seguidores en Instagram, 56,4 millones en YouTube, 95,2 millones en X (ex Twitter), 80 millones en Facebook y 24,7 millones en TikTok.
El anuncio de su gira mundial “The Eras Tour” le mostró a Taylor que su importancia no sólo se supedita a la esfera musical, sino que además su persona es relevante como agente económico, cuya sola presencia modifica los patrones y hábitos de consumo de las personas que asisten a sus conciertos, que compran sus discos, que descargan su música.
La gira, que partió en marzo de 2023, incluye varias ciudades en Estados Unidos y otras del resto del mundo. En todas y cada una de las ciudades que visita, las entradas se venden como pan caliente.
De hecho, Swift ha roto varios récords: el primer día de preventa se vendieron 2,4 millones de tickets. Nunca, en la historia de los conciertos en vivo, un artista había vendido tal cantidad de entradas en un solo día. Se estima que este evento será la gira con mayores ingresos jamás vistos: superarán el billón de dólares (la cifra exacta la conoceremos a finales de este año, cuando esta llegue a su fin).
Medios de todo el mundo dieron cuenta del impacto en la economía local que se comenzaba a vislumbrar en cada una de las ciudades donde se presentaba. El dinamismo de la economía ha sido evidente: un aumento de la demanda en hoteles, restaurantes, transporte y entradas son los causantes de la presión al alza de la inflación en las ciudades que Swift visita.
En Chile sucedió algo similar
El precio de venta de los pasajes de avión aumentó en un 75% ya que muchas “Swifties” (como se hacen llamar sus fans) compraron sus pasajes en masa y con anticipación para no perderse el concierto que tendría lugar en Buenos Aires.
Taylor, además, ha influenciado a las fans en su gusto por el fútbol, logrando provocar un aumento de la demanda de tickets para los partidos de fútbol americano desde su noviazgo con Travis Kelce, jugador del Kansas City Chiefs.
Su influencia llega hasta el marketing: el tipo de publicidad que se transmite en los juegos es una orientada al público femenino juvenil. De hecho, el Super Bowl del pasado domingo fue el juego más visto en la televisión norteamericana desde el aterrizaje lunar del Apollo 11.
El medio Bloomberg señala que Taylor Swift ES el momento y que su presencia ha tomado ribetes de culto. Hasta la Universidad de Harvard tiene una clase dedicada a ella.
Pero, ¿qué hace que Taylor Swift, la marca, sea un verdadero objeto de culto para sus fans?
A diferencia de otros artistas, Swift ha sabido leer los tiempos.
Existe un cierto tipo de público que no encuentra solaz en la música depresiva, rebelde o contracultural. Tampoco se conforma con el artista extravagantemente lejano, que profita de su atracción por la anomia, que abusa de las drogas y del sexo.
Taylor Swift es todo lo contrario: es cercana y es una chica “normie”.
El secreto de su éxito es que entendió que el consumidor es soberano, que su valor se lo dan sus fans porque ella satisface una necesidad que no satisface nadie más en la industria musical. Y al final ella sola, como una marca o una empresa, sabe que el cliente será fiel en la medida en que el grado de satisfacción de las necesidades de sus fans siga siendo alto.