La lactancia materna es sin duda un beneficio para el pequeño, sin embargo, hay mujeres que por diferentes motivos no pueden amamantar a sus hijos y es ahí donde comienza una escalada de culpa vinculada a los comentarios de su entorno, en los que implícitamente se encuentra instalada la concepción de “mala madre”.
El juicio de otras mujeres en ocasiones se vuelve muy violento y sin medir las consecuencias se lanzan en un descredito total frente a una mujer madre que no está cumpliendo su “rol”, comenzando a enumerar eventos catastróficos que podrían ocurrirle al bebé, generando con ello emociones negativas como, por ejemplo, temor, culpa y tristeza.
Otro tema aún más controversial, es cuando una mujer decide no amamantar a su hijo, por los motivos que sean, en este caso el juicio social se incrementa, intentando por todos los medios convencer a esa mujer de que su decisión es un error. Quizás nadie se detiene a pensar que debe existir una causa, un motivo que origina una decisión tan importante y que no debe ser nada fácil tomar un camino diferente a lo tradicional.
El nacimiento de un hijo y el cuidado de este es un momento de mucho estrés para muchas mujeres, sobre todo de aquellas que son madre por primera vez. Es una etapa donde la fragilidad emocional puede tornarse compleja, generando síntomas característicos de la depresión posparto, entonces si al maternar se le suma una presión social indebida de un entorno que cuestiona, enjuicia y presiona, lo más probable es que la posibilidad de presentar un cuadro de depresión se acreciente, con las consecuencias que esto tiene para la mujer y el niño.
La invitación es a ser prudentes, a intentar comprender y tener una mirada amorosa con las mujeres que son madres, recordemos que cada persona es un mundo en sí mismo y que desconocemos el espacio interior que habita.