La reciente entrega de los resultados del Simce de Lenguaje y Matemática, así como de los Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS), han relevado la urgencia de concentrar los esfuerzos del sistema educativo en la reactivación integral de aprendizajes. Si bien es cierto que la evaluación muestra que llevamos una década con resultados estancados, no deja de ser preocupante el alto porcentaje de estudiantes en “Nivel Insuficiente” respecto de los estándares de aprendizaje de Lectura y Matemática, así como la ampliación de las brechas de género en esta última. Esta información, junto con la evidencia que recogen los docentes en sus procesos de evaluación, debe ser analizada por las comunidades educativas y servir de base para la toma de decisiones pedagógicas y curriculares que permitan abordar estos aprendizajes no logrados.
Una de las herramientas que el Ministerio de Educación ha puesto a disposición del sistema educativo para enfrentar estos desafíos es la Priorización Curricular. Recordemos que durante la Pandemia se definió un conjunto de Objetivos de Aprendizajes considerados como imprescindibles, a partir de los cuales los establecimientos podían organizar sus procesos de enseñanza.
La priorización fue valorada por las comunidades, por lo que el Mineduc la actualizó y mantendrá su vigencia hasta 2025, con el fin de favorecer la reactivación educativa. Para lograr esto, la Priorización Curricular actualizada define secuencias de aprendizajes basales que permiten focalizarse en aquellos conocimientos, habilidades y actitudes que resultan clave para los aprendizajes de cada asignatura. No se trata, por tanto, de un “recorte” al currículum, sino de una propuesta que busca favorecer la integración de aprendizajes, incentivando la innovación pedagógica y curricular.
En este sentido, la priorización curricular favorece la reactivación de aprendizajes de dos maneras principales: en primer término, la Priorización Curricular promueve que los equipos profesionales diseñen propuestas didácticas que generen aprendizajes profundos y significativos para los y las estudiantes. Por ejemplo, si el equipo técnico-pedagógico evalúa que hay que fortalecer la comprensión lectora, puede proponer un trabajo integrado entre diferentes asignaturas que la aborden a partir de un problema de interés para la comunidad escolar. De esta forma, la priorización curricular favorece experiencias más desafiantes y problematizadoras, que incentivan a las y los estudiantes a poner en juego sus aprendizajes en situaciones más reales, donde muchas veces puede ser necesaria la interdisciplina.
En segundo término, la Priorización Curricular promueve la integración de objetivos no logrados en los cursos en que las y los estudiantes vieron más impactados sus procesos enseñanza aprendizaje por la Pandemia. Esto resulta fundamental ante la urgencia de
fortalecer conocimientos y habilidades clave -por ejemplo, de Lenguaje o Matemática-, pues los equipos pedagógicos pueden identificar estos aprendizajes y abordarlos en sus diseños de clase, favoreciendo la integración de conocimientos de cursos previos con los aprendizajes que corresponden al curso actual. Esto permite generar espacios explícitos para “traer” aprendizajes no logrados de años anteriores, e incorporarlos en secuencias didácticas orientadas al logro de trayectorias formativas que permitan a las y los estudiantes desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes fundamentales para su formación integral.
Durante la pandemia, muchos docentes realizaron experiencias innovadoras de gestión curricular, que apuntaron a promover la gestión integrada y contextualizada de aprendizajes, y proponer situaciones didácticas más cercanas a intereses y necesidades de las y los estudiantes. Lamentablemente, muchas de estas innovaciones pedagógicas se abandonaron con la vuelta a la presencialidad. Por tanto, es importante invitar a las escuelas y liceos a repensar el desafío de reactivar los aprendizajes de Matemática y Lenguaje rescatando esas prácticas y experiencias que favorecieron la innovación curricular, aprovechando las oportunidades que ofrece la Priorización Curricular.
El trabajo reflexivo de cara a la planificación de clases tras el receso de vacaciones, puede ser un buen momento para reforzar la gestión curricular que considere tanto la integración de aprendizajes de años anteriores, como diseños didácticos que favorezcan la innovación curricular. Esto, porque lo que necesitamos hoy es no solo retomar los aprendizajes que no pudieron desarrollarse durante la pandemia, sino avanzar en el desarrollo de aprendizajes profundos y complejos, que estén a la altura de lo que las y los estudiantes necesitan para los desafíos actuales.