El escándalo generado por la Fundación Democracia Viva ha remecido a la nueva izquierda, que en su directorio mantenía gran parte de la elite de Revolución Democrática, ya sea académicos de universidades públicas, asesores, jefes de gabinete, parejas sentimentales y familiares de la actual cúpula de un partido que nació bajo una propuesta de tener una “moral superior” que el resto, al ser más “puros” y “éticos” que quienes se desempeñaban en la política o trabajaban en el sector privado.
Sin embargo, la estafa asociada a esta Fundación, donde la triangulación entre una diputada por Antofagasta, su pareja y ex presidente de la FECH, y su ex jefe de gabinete y ahora Seremi que asignaba los fondos, todos relacionados a esta Fundación sin domicilio, creada hace menos de un año, en Ñuñoa, y que recibió 428 millones para trabajar en una actividad que ni siquiera estaba en su giro al constituirse, han cuestionado fuertemente el objetivo de esta Fundación, así como el purismo y ética del Partido donde pertenecen todos los involucrados.
Ahora bien, en materia de sociedad civil, esto produce un conflicto importante. Ya con los problemas de financiamiento de la política, los actuales gobernantes cuestionaban al sector privado, dejando solo al Gobierno y a las Fundaciones como “moralmente válidas” para generar valor público. Por ello, se ha visto que parte del discurso de la actual administración es dejar que solo el Gobierno sea el que pueda proveer estos bienes públicos, aun cuando han sido parte de ellos mismos quienes están lucrando ilegalmente con transferencias a Fundaciones.
Las Fundaciones en Chile, y la Sociedad Civil en general, son un gran aporte al debate público, y es innegable que entregan valores y servicios de gran importancia para la ciudadanía, son más flexibles e innovadoras que muchas agencias del Gobierno, pero si requieren fiscalización y transparencia. Dentro del sector, se pueden apreciar tres grandes grupos:
1) Las ONG y Fundaciones que generan valores y tienden a ser apartidistas o al menos no declaran un activismo político-ideológico marcado, donde el foco es colaborar. Por ejemplo, en este grupo están los invaluables aportes de Bomberos, Teletón, y fundaciones educacionales. Curiosamente, todas estas instituciones que han sido cuestionadas por Revolución Democrática.
2) Las ONG y Fundaciones que se construyen con un objetivo de activismo político, por ejemplo, Democracia Viva, donde el foco está en obtener fondos a través de gobiernos locales, regionales o centrales, y se dedican a realizar campañas políticas, apoyo a candidatos y generar empleo y redes para miembros de partidos o movimientos políticos.
3) Las organizaciones que mezclan ambos, donde se entregan bienes públicos y servicios, con un amplio rango de calidad, pero muchas veces se terminan instrumentalizando con apoyos políticos. Por ejemplo, en la discusión migratoria, organizaciones cercanas al Frente Amplio y el Partido Comunista, algunas de amplia trayectoria y ligadas a una congregación religiosa, apoyaron públicamente la nueva administración debido a que evitaban expulsiones y se buscaban perdonazos permanentes a través de lograr contratos de trabajo.
En ese sentido, es fundamental el trabajo de la Sociedad Civil, donde son las personas quienes resuelven los problemas de las mismas personas, pero entendiendo que el nivel de transparencia y fiscalización debe ser más claro, solicitando requisitos como que la organización también aporte con fondos generados que no vengan solo del Estado, solicitando años de existencia para que no sean organizaciones coyunturales a algún proyecto político o financiar una campaña, y el tema más complejo de todos, cuestionar la necesidad de organizaciones de apoyar institucionalmente a políticos o ideologías activistas que van en contra de la ciudadanía. Sin estas medidas, seguiremos viendo cómo se aprovechan de las Fundaciones, entendiendo que Chile necesita de todos. Privados, Estado y Sociedad Civil.