Una ciudad llena de sueños… Así dice el propio Gervoy Paredes en la página de la Municipalidad de Puerto Montt donde se presenta como alcalde de la ciudad. Un catálogo de buenas intenciones, que bien vale la pena revisar cada cierto tiempo.
“Somos hijos de una tierra generosa, de la lluvia que cae al sur del mundo”, dice poéticamente el alcalde. Con esa misma lluvia que inunda históricamente a varios sectores, esquinas por las que no se puede transitar, y hasta “tapas flotantes” del alcantarillado, que parece un chiste malo. Triste, pero real.
Sigamos citando las palabras del jefe comunal: “Nos ilusionamos con mercados y ferias modernas, que exhiban la riqueza de nuestro océano y de nuestra tierra.” ¿En serio, dice uno? Con Angelmó, punto neurálgico de aguas lluvias y alcantarillado, que sube e inunda cuando llueve mucho. Para qué decir el estado del ingreso del Mercado Presidente Ibáñez, por la construcción de la Avenida.
Y sigue Paredes escribiendo en su página municipal: “Aspiramos a vivir en barrios amables, bellos, sustentables. Con ciclovías, áreas verdes e iluminación eficiente.” Sí, escuchó bien… ¡Iluminación eficiente! Pero si Puerto Montt a las 6 de la tarde en invierno se queda a oscuras, entre la tenue luz amarilla, entre las desgastadas ampolletas y la suciedad de la luminaria. Y eso es cuando están encendidas…
Porque esto sí es seguro: Les apuesto a que más de alguno puede nombrar sectores y cuadras completas que al oscurecer son como verdaderas bocas de lobo en sus poblaciones y hasta en el centro, ha advertido hasta el cansancio al municipio al respecto, y nada.
Escribe el alcalde: “Con un manejo adecuado de sus desechos, con tenencia responsable de mascotas.” Uno lee esto y se pregunta de qué ciudad estamos hablando, porque los perros vagos son postal acostumbrada, y si pilla un basurero en algunas calles puertomontinas del centro, debiera considerarse alguien con suerte.
Ni con la historia hay un sentido de ciudad que uno pueda rescatar: Las casas patrimoniales se caen a pedazos. Y para qué vamos a nombrar el turismo, sino que nos cuenten los propios vecinos del estado de abandono en que están los miradores de la comuna. Si le sumamos los rayados de la ciudad, los cables ordinarios colgando, las veredas y la guinda de la pileta que con sus mallas negras a medio caer, la torta está completa.
Pero se puede ser mejor y el mismo Gervoy Paredes lo dice una y otra vez en la escritura que firma en la página de la Municipalidad. Debería escribir en la medida en que las cosas que están en sus manos mejoren, y de las que no, ser el primero en pelear las soluciones junto a los vecinos. Eso se llama gestión.
Recordamos esto porque tenemos que revisarnos de forma permanente, porque no hay que normalizar lo que está mal y porque también hay que hacerse cargo de lo que se escribe. El papel, o la página web, aguantan todo.