Hablar de cáncer es difícil. Cuando todo está bien, el impulso natural es evitar el tema o autoconvencerse de que es algo que le ocurre a otros, pero no a nosotros mismos o a nuestro círculo más cercano. Lo cierto es que, desde fines del 2021, el cáncer se convirtió en la primera causa de muerte en nuestro país.
En el caso de las mujeres, hay dos enfermedades con alta prevalencia. Por un lado está el cáncer de mama, primera causa de fallecimiento oncológico entre el público femenino. Se estima que 4 mujeres mueren diariamente en Chile por cáncer de mama y, de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 8 mujeres puede desarrollarlo a lo largo de su vida. En el caso del cáncer cervicouterino, se trata del cuarto tipo de cáncer más frecuente en mujeres de todo el mundo, con una incidencia estimada en 2020 de 604.000 nuevos casos y 342.000 muertes.
Existe otro factor que vino a agudizar aún más el aumento de estas enfermedades en los últimos años en el país: Producto de la pandemia y el manejo de la emergencia sanitaria, se produjo una demora en la atención, diagnóstico y tratamiento de una gran cantidad de pacientes, lo que generó importantes daños colaterales. Como consecuencia, muchas mujeres se vieron afectadas en la progresión de sus enfermedades, mientras que otras postergaron consultas y diagnósticos.
Según cifras del Minsal, en 2021 la cobertura de la mamografía alcanzó un 34.6% en mujeres entre 50 y 69 años, cifra muy por debajo del 70% mínimo recomendado por la OMS para lograr una reducción efectiva de las tasas de mortalidad. Y precisamente ese es el gran problema.
En etapas avanzadas, ambos cánceres podrían terminar con la vida de una mujer, pero si se detectan a tiempo, las probabilidades de recuperación sobrepasan el 95%. Estamos hablando de que 9 de cada 10 mujeres podrían sobrevivir al cáncer de mama si anualmente acuden a los centros de salud para realizarse la mamografía, examen de detección precoz que permite pesquisar lesiones antes de que sean palpables, hacer seguimiento, y en caso de ser necesario, realizar una biopsia y posterior tratamiento. Algo similar aplica para el cáncer cervicouterino, ya que mediante el test del Virus del Papiloma Humano, se puede detectar la presencia del virus en el área genital, en especial de aquellos que incrementan el riesgo de desarrollar este cáncer: los tipos 16 y 18.
Cuidarnos depende de nosotras mismas y por eso es importante visibilizar y hablar del tema, para abordarlo antes de que sea tarde. Un estudio de la Universidad de Chile señala que entre marzo y agosto de 2020, sólo en la Región Metropolitana se registró una reducción cercana al 70% en prestaciones oncológicas, con 127.800 mamografías no realizadas.
Probablemente hay mujeres que sí se han efectuado el examen. Pero hay tantas otras chilenas que son jefas de hogar, cuidadoras de niños o adultos mayores y que, por estar ocupadas durante gran parte del día dedicando su tiempo a otros, no cuentan con un momento para realizarse exámenes que pueden marcar la diferencia entre un pronóstico esperanzador o un punto donde ya no hay mucho más que hacer.
Por eso, y convencidos de que la clave está en la prevención y la concientización, en conjunto con el Gobierno Regional Metropolitano (GORE), dimos inicio a un programa que busca incentivar y aumentar la toma de mamografías y test del Virus de Papiloma Humano entre las mujeres con más de 40 y 30 años respectivamente, para así incrementar el diagnóstico temprano de estas enfermedades y tratarlas desde su inicio. En total se espera impactar de forma directa a 8.200 mujeres mediante exámenes y a 4.380 a través de talleres educativos, con un total de 12.580 intervenciones.
Lo hacemos porque sabemos que el screening es una una medida eficazmente comprobada para la detección precoz y también porque el autoexamen no es suficiente: Cuando las pacientes notan bultos o signos visibles, el cáncer está más avanzado y por lo tanto, las posibilidades de un tratamiento exitoso, disminuyen. El esfuerzo de este programa público- privado es para la concientización y disminución de la mortalidad por cáncer de mama y cáncer cérvico uterino, porque detectarlos a tiempo, realmente puede salvar vidas.