El 22 y 23 de marzo tuvo lugar en Bogotá el encuentro “Compromiso para la acción sobre los aprendizajes básicos y su recuperación”, organizado por UNESCO, UNICEF, Banco Mundial y otras organizaciones internacionales, en el que los países de América Latina y el Caribe (ALC) se dieron cita para abordar los compromisos nacionales asumidos en materia educativa luego de la pandemia, compartiendo experiencias y buenas prácticas.
Lo primero que queda en evidencia al conocer de cerca la realidad de la región, es que las consecuencias de la pandemia, en términos del rezago y de deserción escolar, fueron transversales en todos nuestros países, independiente del nivel de desarrollo de cada uno de ellos. En ALC más de 170 millones de estudiantes sufrieron la interrupción de sus clases presenciales, siendo además la más prolongada del mundo.
Según cifras del Banco Mundial (BM), las niñas, niños y adolescentes (NNA) perdieron en promedio 1,5 años de aprendizaje producto del cierre de las escuelas. Norbert Schady, Economista para el Desarrollo Humano del BM, enfatizó frente a la audiencia que esta pérdida conllevó además un proceso de “desaprendizaje”, que afectó con más fuerza al segmento de la educación primaria con mayor vulnerabilidad socioeconómica.
En este escenario, los países de la región están haciendo un esfuerzo encomiable por adaptarse al proceso de transformación de la educación. No obstante, y si bien las consecuencias fueron comunes a todos los países, las respuestas frente a la crisis han sido más bien dispares. Partiendo por lo más básico, hemos podido evidenciar que la política de identificar a quiénes han desertado del sistema, más que una norma, ha sido una excepción en la región. Para muchos países, dicha identificación sigue siendo un desafío difícil de sortear, lo que redunda en que miles de NNA queden en un estado de exclusión.
En Chile, atendida esta realidad, lo primero que hicimos fue avanzar en identificar a cada NNA que había desertado de la escuela, condición sine qua non para definir una política activa de revinculación y recuperación de aprendizajes.
En Bogotá también tuvimos ocasión de compartir algunas iniciativas de nuestra política de reactivación educativa. En materia de asistencia y revinculación, se destacó la incorporación de 1.300 gestores territoriales que trabajarán directamente con las comunidades educativas, Servicios Locales de Educación Pública y municipios, para ir en búsqueda de los estudiantes, así como el envío periódico de reportes con información personalizada a los más de 11 mil establecimientos. Además, hablamos sobre el programa “Habilidades para la Vida”, que establece intervenciones en centros educativos para el desarrollo de habilidades socioemocionales.
En materia de recuperación de aprendizajes, destacamos la Priorización Curricular, el Plan Nacional de Tutorías y la implementación del “Diagnóstico Integral de Aprendizajes para la Lectura”, que permite a las escuelas conocer las brechas en la adquisición de la lectoescritura. Estas iniciativas están alineadas con las recomendaciones de organismos internacionales y están focalizadas en los aprendizajes fundamentales y en el desarrollo de evaluaciones formativas.
Las experiencias y buenas prácticas deben estar al servicio de la región. En línea con la política exterior liderada por la Cancillería, en materia educativa debemos promover una mayor y mejor cooperación, cuya máxima sea no dejar a nadie atrás. Si queremos proyectar un país y una región próspera, debe ser una prioridad garantizar el derecho humano a una educación de calidad para nuestras niñas y niños. De lo contrario, estaremos destinados a perpetuar el carácter de América Latina y el Caribe como la región más desigual del planeta.
Este 2023 se cumplen 70 años del ingreso de Chile a la UNESCO. Como representantes en el Comité Directivo Regional para el ODS-4, desde Chile hemos asumido el firme compromiso con el cumplimiento de cada una de las metas definidas. En este sentido, experiencias como el Consejo para la Reactivación Educativa del Mineduc, cuya transversalidad estamental y política ha sido ampliamente reconocida, dan cuenta de que la política educacional es y debe tener siempre un carácter de Estado. Es en dicho punto donde política educativa y política exterior se encuentran en el multilateralismo, con miras a promover y avanzar hacia una estrategia regional para la reactivación educativa.