A fines del 2022, el Plan “Menos Armas, Más Seguridad” sacó de circulación y destruyó 17.590 armas de fuego, un 28% más que el año anterior. Y según el Centro de Estudios y Análisis del Delito de la Subsecretaría de Prevención del Delito, durante ese mismo año habrían más de 14 mil infracciones a la ley de armas en todo Chile.
Esto demuestra que una gran cantidad de armamento circula sin control por las calles y barrios de nuestras comunas, atemorizando a vecinos, siendo utilizadas para cometer delitos y disparando sin contemplación alguna. Evidencia de esto es que, en menos de un mes, 2 de los 3 carabineros asesinados fue por disparo.
Ante esto surge la pregunta ¿Es la legítima defensa privilegiada la clave para que las policías y la ciudadanía se sientan más seguras? Creo que no podemos reducir la solución de la crisis de seguridad a esto, ya que pasa por alto elementos igual de fundamentales para combatir el crimen organizado, como son los mecanismos de prevención del delito y del perfeccionamiento de las policías. Por supuesto, estos son trabajos de largo aliento, los que desgraciadamente quedan invisibilizados frente a un populismo que pide acciones urgentes y que responsabilizan a un gobierno puntual por un problema de Estado que involucra a todos los actores políticos.
Si bien es cierto, es fundamental avanzar en leyes y normas que permitan dotar a Carabineros de mayor protección en su trabajo cotidiano, no es menos cierto que ni con la Ley Naín-Retamal recién promulgada ni con ninguna otra se hubiera podido evitar los 3 dolorosos últimos asesinatos.
El problema es que estos ocurrieron por la proliferación de armas y municiones en las manos equivocadas. Las acciones que ha tomado el Gobierno van en la línea correcta, las cifras son claras en expresar que existe un incremento en la eficacia para sacar armas de circulación, y debemos esforzarnos para que se redoble este número, debemos avanzar en inteligencia y eficacia en los procesos investigativos, fortalecer el control de armas en los territorios y potenciar políticas preventivas de recuperación de espacios públicos. Necesitamos calles con menos armas para avanzar hacia barrios más seguros.