El Día Internacional de los Bosques es una celebración que recuerda las líneas de trabajo que desarrollan -en mitigación del cambio climático y conservación de ecosistemas boscosos y xerofíticos -tanto la Corporación Nacional Forestal (CONAF) como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Hoy, esta conmemoración nos encuentra en una de las más importantes emergencias provocadas por incendios forestales de los últimos años, en comunas vulnerables de las regiones de Ñuble, Bío Bío y La Araucanía, entre las zonas más afectadas.
Sabemos que, las causas de un incendio son variadas y en el caso de nuestro país, la temporada estival de este 2023 reunió los elementos precisos para la propagación del fuego: altas temperaturas, baja cantidad de humedad, vientos y la acumulación de vegetación.
Es indudable que CONAF tiene una vasta experiencia en prevención y contención de incendios. Tiene la capacidad técnica y las herramientas de modelamiento para predecir condiciones meteorológicas y riesgo de ocurrencia. Sin embargo, gran parte del trabajo de prevención pasa por involucrar a las comunidades en la gestión del ecosistema y, para ello, es necesario trabajar bajo el concepto de corresponsabilidad.
A diferencia del tiempo atmosférico o la topografía, el manejo de la vegetación combustible en el territorio es la única condición en la que se puede intervenir para prevenir un incendio o, si se inicia, retardar su propagación, reduciendo el daño. Lo anterior se conoce como silvicultura preventiva y es una de las medidas de acción de la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales de CONAF, que busca disminuir la vulnerabilidad de las comunidades y los ecosistemas a los efectos del cambio climático.
Es en ese marco que, desde 2020, y gracias al financiamiento del Fondo Verde del Clima, CONAF y FAO implementan en conjunto el proyecto +Bosques, que desarrolla diversas acciones de manejo sostenible de los ecosistemas boscosos (bosques nativos y plantaciones con distintos tipos de uso), las cuales apuntan a mejorar y ampliar la superficie de estos ecosistemas entre las regiones del Maule y Los Lagos. Esto incluye restauración del bosque nativo, prevención de incendios en la interfaz urbana rural, apoyo a la producción sostenible de leña y manejo de combustibles.
En el año 2022, alrededor de 400 personas participaron del concurso público asociado a la Estrategia de Cambio Climático de CONAF, para el desarrollo de actividades de gestión sostenible en sus predios, incluyendo un fuerte componente de prevención de incendios forestales y manejo de combustibles. Del total de personas beneficiadas, el 49% son mujeres y cerca de un 50% pertenecen a pueblos originarios, mientras que el 81% de las iniciativas provino de la población con mayores índices de vulnerabilidad.
Junto con hacer frente al cambio climático, la silvicultura preventiva es clave para reconstruir territorios resilientes, capaces de reducir la severidad y propagación de incendios y otras catástrofes, pero también aporta a una larga lista de beneficios, como la protección del suelo, la recuperación de los cursos de agua, la producción de madera y otros productos, la conservación de la biodiversidad, y la entrega de entornos propicios para la espiritualidad, la educación ambiental y la recreación de las personas.
Prevenir un incendio es más fácil que combatirlo, pero sin la integración de la comunidad, el camino se vuelve cuesta arriba. La mirada ecosistémica, que involucra a las personas en la gestión del territorio, tanto en la gestión de los bosques nativos como de las plantaciones forestales, es fundamental para resguardar a nuestros bienes naturales y a las familias, como componentes fundamentales de una comunidad.
Eve Crowley, Representante de la FAO en Chile; y Christian Little, Director Ejecutivo de CONAF.