En julio de 2022 un usuario de TikTok llamado Zaid Khan, informático de 24 años, publicó un video titulado “Tu trabajo no es tu vida” con el hashtag #QuietQuitting, en español, “renuncia silenciosa”, convirtiéndose rápidamente en un viral. La tendencia, que llamaba a trabajar lo justo y necesario, mantuvo ese año a millones de profesionales subiendo videos a sus redes sociales en protesta por la desmotivación laboral.
Este famoso #QuietQuitting responde a un fenómeno antiguo en las empresas, donde un grupo de capital humano pierde de a poco el compromiso; un comportamiento que finalmente afecta de manera silenciosa al rendimiento de la empresa y la productividad laboral.
Este fenómeno también ocurre en Chile, un síntoma que tiene a las empresas en alerta, pues sostener la productividad en tiempos de inestabilidad económica es una prioridad para los líderes. Bajo el escenario, una de las soluciones es apoyar a aquellos trabajadores carentes de propósitos, logros y alegrías. Recordemos que la productividad laboral en Latinoamérica es una de las más bajas del mundo; en el caso de nuestro país, el último Estudio de Clapes UC confirma que la productividad registró su más bajo desempeño desde el peor momento de la pandemia con una caída interanual de 4,7%. Eso algo nos revela.
Al menos, desde nuestro ejercicio, hemos comprobado que el diseño y la implementación de programas de incentivos, reconocimiento y fidelización en los equipos de trabajo funciona de manera exitosa; esto, junto a otras acciones, permite a largo plazo resultados en el capital humano. Así lo observamos en un piloto tipo, donde la productividad de quienes participaron fue de un 20% más.
En esta ruta, el gran reto para las organizaciones es convertirse en entes colaborativos, donde las personas sientan que pueden contribuir en objetivos comunes; para ello es necesario crear un propósito corporativo, redactarlo y comunicarlo. Otros desafíos son: establecer metas desafiantes, pero alcanzables para cada distinto nivel de desempeño; ofrecer incentivos no monetarios (pues son 3 veces más eficientes que el dinero); el uso de plataformas digitales, integrales y gamificadas para mejorar la comunicación efectiva, haciéndola automatizada y microsegmentada; y, por último, celebrar los logros, es decir, establecer instancias presenciales que refuercen las conductas de los trabajadores más reconocidos.
Es bueno recordar que no mucho tiempo atrás en nuestro país había que justificar por qué el capital humano era fundamental para el crecimiento y desarrollo de un negocio. Hoy esas bases están sentadas, así que la discusión ha migrado a cuestionarse nuevas prácticas de gestión que ayuden a mejorar el compromiso, construir culturas del mérito y el logro, y, por ende, mejorar la productividad laboral. En la actualidad, una de las más integrales y efectivas que conocemos son los programas de incentivos no monetarios.