La caída de los precios de la ropa en las últimas dos décadas nos ha permitido comprar cada vez más prendas. Hoy tenemos cinco veces más ropa que la que tenían nuestros abuelos y según diversas estimaciones, la industria textil crea más de 100.000 millones de unidades cada año.
Chile es el país de Sudamérica que más ropa consume per cápita. En los últimos cinco años, hemos aumentado un 80% nuestras compras, pasando en promedio de 13 a 50 prendas nuevas anuales. Somos también el mayor importador de ropa usada de la región, lo que nos genera un daño ambiental gigantesco. Cerros de desecho textil se han ido acumulando en el Desierto de Atacama.
La moda rápida o fast fashion actualmente es sin duda uno de los grandes responsables del calentamiento global, y sus daños en el medio ambiente parecen ser irreversibles si no se frena la producción a gran escala y se desincentiva el consumismo desmedido.
Las fibras sintéticas, utilizadas en la mayoría de las prendas, se fabrican a partir de combustibles fósiles. La mayor parte de estas se producen en China, Bangladesh o India, países que funcionan esencialmente con carbón, la energía más sucia en términos de emisiones de carbono.
La industria textil es también el segundo consumidor más grande de agua del mundo y produce alrededor del 20% de las aguas residuales. Por ejemplo, una tonelada de tela teñida puede requerir hasta 200 toneladas de agua para su proceso y para producir un kilo de algodón se necesitan cerca de 10 mil litros de agua.
A estos índices, se suma que el 73% de la ropa post consumo es botada a la basura y lamentablemente menos del 1% se recicla.
Por todo ello, debemos preferir fibras orgánicas y naturales que no requieran productos químicos para su producción. Materiales sintéticos, como el poliéster, son plásticos y no son biodegradables, y pueden tardar hasta 200 años en descomponerse.
Hay que avanzar en el desarrollo de marcas ecológicas amigables con el medio ambiente. Si bien es cierto que cada día hay mayor conciencia y existe un mayor número de empresas que están desarrollando productos sustentables, todavía no llegan a cubrir una demanda importante. Hoy solo el 1% de la compra de moda corresponde a prendas sustentables. Falta más acción y emprendimientos de este tipo a nivel local y global.
Por otro lado, debemos tener voluntad de cambio. Hay que educar y crear conciencia, modificar hábitos de consumo y preferir ropa sustentable. Tenemos un gran desafío con nuestros hijos, a quienes debemos enseñarles sobre sustentabilidad; de cómo nuestro consumo individual puede impactar el medio ambiente y cómo podemos generar cambios positivos.
Para ser más sustentables podemos revisar nuestro consumo, comprar menos, preferir productos locales hechos por manos de artesanos y reciclar, acciones que pueden generar grandes cambios. También podemos evitar botar ropa, donándola, prestándola, vendiéndola o dándole nuevos para extender su vida útil. Con un poco de creatividad se pueden crear y rediseñar prendas fabulosas.
Preferir la ropa usada también es una buena opción. Cada día vemos más personas que se están inclinando por este tipo de moda. Y porque no, reparar la ropa como lo hacían nuestras madres y abuelas antes de que existiera este boom de lo desechable.
Con este propósito, una iniciativa que hay impulsar con fuerza es la del reciclaje textil. En Chile existen dos grandes emprendimientos en esta materia que están siendo apoyados por varias organizaciones. Ecocitex y Ecofibra, los cuales están transformando el desecho textil en productos de valor agregado.
Sin embargo, el manejo y reciclaje de textiles en el país aún es muy incipiente. La industria fue incorporada a la Ley REP (Ley de Responsabilidad Extendida del Productor), no obstante todavía se está priorizando a otros materiales, por lo cual se deberá esperar a que se fije su regulación y que las empresas tengan que hacerse responsables de sus residuos textiles.