El año 2022 fue un año de pésimas cifras macroeconómicas, donde el bolsillo de los chilenos se vio muy afectado con un alza del 82% de los productos de la canasta básica y ésta duplicó la inflación del país marcando una subida del 28,2%. Además de la caída real de los salarios durante 14 meses consecutivos, marcando una caída interanual de -2,3%. Los altos precios son, justamente, el principal problema económico para la ciudadanía.
Para este año, el Banco Mundial ha señalado que Chile, junto con Haití, serán las únicas economías del continente que no tendrán crecimiento, proyectando una contracción de 0,9% del producto interno bruto local, un cuadro más pesimista a la baja de 0,5% que esperaba hace cuatro meses, en su última revisión.
Con un ánimo algo más optimista sobre la situación económica, pero todavía en terreno negativo, comenzó 2023. De eso dan cuenta los últimos paneles de negocios y ciudadanos aplicados por Deloitte y Cadem, pero con ciertos matices: mientras para los líderes empresariales el índice de recuperación subió de 20 a 27 puntos entre octubre y diciembre, para la opinión pública el alza fue de 40 a 43 unidades, de un techo de 100.
Si uno mira el mercado de venta y compra de acciones interno- especialmente aquellas acciones chilenas cuya fluctuación de su valor varía al alza o a la baja dependiendo de si existe tranquilidad política, cambios en la legislación o de los riesgos regulatorios- al observar el precio en alza en estas acciones se encuentra con que los inversionistas siguen apostando por Chile.
Porque si uno mira lo que ha sucedido con las acciones que dependen del ciclo externo, esas no han tenido la misma evolución que las acciones que dependen del ciclo interno. Efectivamente viene una recesión, no en China sí, que es el principal motor de la economía chilena y a pesar de los anuncios de apertura del mercado chino, este no se ha hecho sentir con tanta fuerza en las acciones que dependen de China como CAP, CMPC y SQM, pero sí se ha hecho sentir con fuerza en las acciones que dependen de la parte doméstica por ejemplo: Enjoy, Cencoshop, Latam, cuya valorización ha avanzado más rápido que el IPSA en general desde mediados de diciembre cuando se suscribe el acuerdo constitucional.
En relación al mercado internacional, las acciones chilenas presentan respecto a su precio el mayor desacople en los últimos 20 años, es decir, que están muy baratas respecto del precio que deberían tener. Si logramos tener una Constitución decente, podrían llegar mayores inversiones al país, eso significa más empleo y mejores sueldos.
Luego de que las tasas de crédito hipotecario en noviembre llegaran a UF +4,68%, su mayor registro desde el año 2009, el valor más bajo fue a mediados del 2019 cuando se llegó a una tasa UF + 2%. Desde ese año a hoy se duplicaron las tasas, se redujeron los plazos para devolver los préstamos, a consecuencia de ello se aumentaron las exigencias en los montos de los salarios para tomar un crédito hipotecario y esto ha generado un freno en el mercado inmobiliario.
Las últimas semanas ha existido un alivio bajando la tasa de interés en UF + 4,27%, sigue siendo el doble de lo del 2019. De que esta baja continúe depende de que los bonos a largo plazo se moderen (lo cual está sucediendo), la baja de la inflación y la votación de la semana pasada respecto a los autopréstamos del dinero de las AFP. Afortunadamente, la fiebre de los retiros al parecer está quedando atrás lo que ha traído cierto alivio a nuestro mercado de capitales.
Por otra parte, la ciudadanía pide orden y estabilidad. De hecho, cuando se miran las encuestas es lo que las personas más apremian a la autoridad, aborreciendo el ánimo refundacional, el narcotráfico, la delincuencia, etc. El péndulo se está moviendo hacia el otro lado. Algo que la historia ya nos ha enseñado.
En la búsqueda de estabilidad institucional, va a ser muy importante la designación de los expertos que van a redactar la nueva propuesta constitucional. Si bien el grupo de expertos se constituye el 6 de marzo, probablemente conoceremos los nombres la próxima semana.
Ya hemos señalado en anteriores columnas que nuestra clase política, que es la gran responsable de que se nos encuentre bloqueado el camino al desarrollo del país, debe mejorar. Mientras tanto, el Gobierno debe ordenar sus filas, procurar hacer una mejor administración que el año anterior. Esto, sumando personas con experiencia para enfrentar una crisis.
Las reformas del Gobierno -como la tributaria y de pensiones- hacen la situación compleja a la ciudadanía en general, pues la primera es probable que se apruebe y comience a mostrar sus perjuicios el 2024. La segunda tiene un camino incierto. A eso se debe sumar la compleja situación de las Isapres, si el sistema quiebra por omisión, tendremos una crisis de la salud.
Ya lo decía el Canciller Alemán Otto Von Bismarck en el siglo XIX: “Con malas leyes y buenos funcionarios todavía es posible gobernar. Pero con malos funcionarios incluso las mejores leyes no pueden ayudar”. He aquí nuestro problema actual, no tenemos el líder y funcionarios adecuados para la crisis actual.