En los 90s se decía que Chile era el jaguar de Latinoamérica por su milagro económico. Sin embargo, desde hace varios meses veníamos advirtiendo que las malas políticas del Gobierno nos llevarían a ser nuevamente los alumnos porros de la región.

La OCDE y el FMI han confirmado el panorama recesivo para Chile y que será más profundo de lo que se planteaba, llegando a ser el país con menor crecimiento de la región, con una merma de 1%. El consumo de los hogares esperado refleja el deterioro del panorama para 2023: se revisó a la baja en tres décimas y ahora se proyecta una merma de 2,3%. En la década pasada, en un contexto mundial sin crisis, Chile creció un 3,3%. Nuestro problema venía desde antes del covid, de la guerra en Ucrania y de la recesión económica.

Por otro lado, se espera que la inversión caiga un 3% este año y un 4% el próximo. En términos simples, todas estas cifras significan menos trabajo y menos plata para su bolsillo, por lo menos el próximo año.

Es un hecho que el mundo se encuentra en una crisis, nadie lo va a negar, pero otra cosa es cómo cada Gobierno navega en una crisis. Este gobierno quiere más impuestos y cerrarse al mundo, salvo para viajar ellos al extranjero a estudiar y recrearse.

Lamentablemente, como señalamos la semana pasada, la confianza está quebrada en muchos ámbitos y sin la confianza no se podrá resurgir. También se ha perdido el respeto a la autoridad, partiendo por los alumnos en los colegios que tratan a los docentes -nuestro principal bastión de formación de las futuras generaciones- como si fueran sus empleados. Frases como “mis papás pagan su sueldo” o “yo pago su sueldo”, viniendo de personas que aún no saben qué es el trabajo, no hacen más que mostrar otro síntoma de esta generación que cree sabérselas todas.

Por otro lado, las autoridades son soberbias y olvidando que deben procurar el bien común, no son capaces ni desean dejar sus propias preferencias al momento de ejercer la autoridad.

Adicionalmente, la autoridad política no pide respeto para ninguna otra autoridad -sólo para ellos mismos- y han dejado a los profesores abandonados a su suerte, provocando que verdaderas vocaciones docentes se marchiten y quede una educación politizada. Asimismo, la oposición ha infravalorado la docencia, creyendo que los profesores son todos de izquierda.

Si bien el sistema de Economía Social de Mercado nos permitió convertirnos en el país ejemplo de Latinoamérica, la comodidad hizo que las generaciones más jóvenes perdieran los valores que llevaron a Chile a surgir y dieran por sentado todo lo ganado. El gobierno actual es reflejo de eso: un grupo de jóvenes con culpa por ser privilegiados y creyendo que conocen las soluciones para los problemas del país sin haberlas vivido.

Sin duda a esta generación que nos gobierna, sus padres les llevaron la mochila todos los días al colegio, fueron regalones y con padres que solicitaban que no se premiara a los mejores del curso porque los demás se podían traumar. Se creó y se siguen creando generaciones de niños y jóvenes blandengues, hiperprotegidos, poco resolutivos, que tienen baja tolerancia a la frustración y que se creen dueños de la verdad.

El Duque de Wellington, el general que derrotó definitivamente a Napoleón, señalaba que: «La batalla de Waterloo se empezó a ganar en los campos de deporte de Eton». En los campos de Waterloo o en las canchas del mítico colegio inglés, cuna del establishment, ningún niño esperaba que le levantaran si podía solo.

Finalmente, como señaló Tucídides: “Recordad que el secreto de la felicidad está en la libertad, y el secreto de la libertad, en el coraje”. Así que, si las futuras generaciones no logran desarrollar el coraje, estarán más expuestas a perder su libertad y su felicidad.

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