El próximo 8 de octubre es el Día Mundial de la Dislexia y es hora de derribar mitos en torno a este trastorno de aprendizaje. Uno de los más comentados es la supuesta dificultad para aprender idiomas, pero nada está más lejos de la realidad. Pese a que cerca del 20% de la población mundial puede presentar algún indicio de dislexia, cifra que en el caso de hispanohablantes fluctúa entre un 5% y 10%, cualquier persona puede alcanzar logros si cambia los métodos tradicionales por un aprendizaje experiencial.
Las vivencias y los vínculos son los que impulsan al cerebro a salir de sus estructuras para realizar nuevas conexiones y asimilar otros conceptos. Caminar por las calles, ir de compras, y hasta probar platos exóticos puede ser más nutritivo que muchas horas de clases.
Así lo comprobó el sueco Bertil Hult en los años 60, quien pese a un importante grado de dislexia logró dominar el inglés durante un viaje a Reino Unido. A partir de esto creó un método basado en experiencias, que hoy se aplica en más de 114 países y permite superar toda barrera para el aprendizaje de los idiomas.
Ser bilingüe abre caminos que conectan con el mundo. Hoy la dislexia no es una limitación, sino más bien una oportunidad para innovar en los métodos, derribando prejuicios y abriendo la mente a nuevas experiencias.