La baja asistencia y matrícula en educación parvularia es hoy una preocupación compartida de manera transversal.
Celebramos esto, ya que este tema se arrastra por años y el que hoy se visibilice nos da esperanza de que se pueda abordar con fuerza a nivel de políticas públicas y de parte de todos y todas quienes aportamos a la educación en primera infancia.
Pero, más allá de solo declarar la importancia del nivel y de la asistencia, es necesario que nuestras acciones sean coherentes con el mensaje. Para ello, debemos poner el foco en los niños y niñas y su desarrollo y bienestar.
No da lo mismo si los niños asisten o no de manera regular, en especial a prekínder y kínder. Hay contundente evidencia del impacto negativo en los aprendizajes y desarrollo, no solo en el ámbito académico, sino que también en el socioemocional.
Políticas sociales, educativas y de salud deben converger hacia una misma acción: velar porque los niños y niñas, en especial aquellos que viven en situación de vulnerabilidad, asistan al primer nivel de la trayectoria educativa en el que se sentarán las bases de su desarrollo integral.