La opinión pública está al tanto de las amenazas a la seguridad que representa la organización criminal Tren de Aragua, aunque frente a ello es necesario hacer un par de consideraciones.
Más allá de los diagnósticos de las autoridades, respecto de si efectivamente este grupo ha amenazado a las policías o fiscales con ataques armados o extorsiones, algo que probablemente han hecho o lo harán, lo esencial es realizar labores de detección temprana y de anticipación frente a las amenazas de estos grupos avezados, previendo y neutralizando sus acciones.
Anticiparse significa actuar al menos en dos dimensiones. La primera es la ampliación de su base de integrantes, ya que un grupo de estas características necesitará nuevos “soldados”, principalmente jóvenes y niños chilenos.
La experiencia comparada indica que las bandas criminales trasnacionales, luego de la instalación de células en las ciudades donde se asientan, buscan rápidamente reclutar personas para expandir su negocio, desde testaferros hasta pandilleros y sicarios autóctonos que aprenden de los foráneos.
Segundo, otra anticipación necesaria es prever la radicalización de sus miembros, intensificando los resguardos a autoridades y a la población, pero también en espacios clave como los centros penales, donde los miembros de esta banda que cumplen alguna condena deben ser separados de otros imputados o condenados, de diferentes características.
La contaminación criminógena empeora con la presencia de estas bandas, genera nuevas víctimas al interior de los recintos, pero también crece el aprendizaje criminal y este es un riesgo demasiado alto, por lo que se debe invertir en segregación o, derechamente, en nuevos penales de alta seguridad.
En suma, lo esencial es no quedarse solo con la parte tranquilizadora del caso, por ejemplo, que la célula de “Los Gallegos” fue desarticulada, que hay miembros encarcelados o que otros salieron de Chile, lo cual es positivo, por cierto.
La inteligencia preventiva debe operar persiguiendo a sus integrantes, siguiendo sus pasos en otras ciudades, evitando el reclutamiento y la radicalización de sus miembros, conocer su modus operandi, sus motivaciones y sus vías de comunicación, entre otros.