El pasado 30 de mayo y hasta el 1 de junio se llevó a cabo en Chile el primer CyberDay del 2022, organizado por la Cámara de Comercio de Santiago (CCS). Durante estos días fueron cerca de 5 millones las transacciones que se realizaron a través de Internet, según la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), lo que refleja una importante confianza de parte de los consumidores hacia las marcas, no sólo en cuanto a la correcta resolución de sus compras, sino también en materia del uso de sus datos personales.
Y es que si bien los pagos digitales y transacciones en línea presentan un riesgo, con una variedad de métodos de fraude que han ido apareciendo a medida que avanza la tecnología y especialización de los defraudadores, las organizaciones han sabido reforzar sus controles de mitigación y prevención de fraudes. Un análisis reciente de TransUnion reveló que la tasa de sospecha de fraude digital originado desde Chile disminuyó un 58,2% al comparar el primer trimestre de 2022 con el mismo periodo en 2021.
Hasta hace algún tiempo atrás, algunas industrias solían tener una actitud reactiva en lo que a seguridad se refiere, es decir, decidían invertir en protección antifraude una vez que sufrían un ataque y se materializaba un fraude.
Sin embargo, hoy han entendido la importancia de estar siempre un paso adelante de los defraudadores y mantener una actitud proactiva en la actualización de nuevas metodologías y tecnologías para la prevención, detección y respuesta ante fraudes.
Los ciberdelincuentes más sofisticados constantemente están buscando nuevas oportunidades o puntos de vulnerabilidad, pero al mismo tiempo, una mayor maduración por las empresas permite ir agregando más capas de seguridad a las transacciones, incluyendo autenticaciones más robustas, doble autenticación, entre otras.
Es por eso que, para mitigar eficazmente los riesgos de fraude digital, las empresas deben asegurarse de contar con procesos de autenticación sólidos y robustos, considerar atributos de la identidad digital y personal de cada consumidor, así como con una tecnología ágil y soluciones de identidad multicapas, ayudan a facilitar la confianza con los clientes y a disuadir a los defraudadores y sus diversos esquemas de fraude.
Además, siempre será necesario “balancear” la rigurosidad de la seguridad con la experiencia del usuario. Si somos muy estrictos a la hora de conceder acceso a una transacción, la experiencia del usuario se puede volver engorrosa y por lo tanto verse afectada. Pero, por otro lado, si somos muy flexibles y simplificamos la experiencia del usuario en uno o dos clics, podemos caer en la falta de protección.
Al reducir los falsos positivos, las falsas declinaciones y las tasas de revisión manual, las organizaciones pueden mejorar drásticamente la experiencia del cliente a través de transacciones confiables mientras mantienen a los defraudadores a raya.