En los últimos años se ha hablado mucho sobre la importancia de aumentar el porcentaje de mujeres en las actividades laborales, situación que, lamentablemente, tuvo un retroceso durante el período de pandemia, derivando en que muchas mujeres no hayan podido reintegrarse al mercado laboral.
En cuanto a los procesos de selección vinculados a la industria minera, se han contratado más mujeres, privilegiando su género frente a un hombre que pudiera presentar mejores capacidades para el mismo trabajo.
¿Es esto lo que queremos las mujeres?, definitivamente ¡No!
Lo que buscamos es tener un espacio en base a nuestras capacidades, a nuestros estudios, desempeño y esfuerzo, que nos permita tener la oportunidad de ir creciendo en una empresa minera sin estigmatización de trabajos históricamente realizados por hombres y de esta forma poder acceder a cargos superiores, gerenciales y directivos en la minería, donde todavía, en su mayoría, existe un ámbito netamente masculino. Cabe destacar que el porcentaje de mujeres en altos cargos es nulo en algunas compañías mineras.
De todas formas, es importante mencionar que hoy observamos con orgullo el tener una ministra de Minería que representa a todas las mujeres que se desenvuelven en este ámbito y que está dando una señal clara a toda la industria, “las mujeres sí pueden estar en la cúspide de la minería”.
Entonces, la incorporación de mujeres en la industria minera no es por consumar un plan que un ejecutivo consideró que era relevante realizar. Las mujeres somos más que un número estadístico para cumplir metas de inclusión anuales, sino que, somos valiosas, criteriosas, valientes, con poder de decisión, colaboradoras y capaces de formar equipos.
Es eso lo que deben buscar las compañías mineras y de esa forma su aproximación a la sociedad tendrá una cara más amigable, cercana y de alto desempeño profesional.