Hace poco asistí a uno de los eventos más importantes en el mundo de las Edtech. Con mucha emoción me encontraba esperando un encuentro para poder conocer a mis colegas en Latinoamérica que están impulsando como yo la tecnología en educación. Cuando entré al lugar, entre más de 80 hombres me encontraba buscando en la sala una mujer. Con felicidad hallé por lo menos a 5 emprendedoras. Vamos viendo cómo las cosas van cambiando, aunque el número aún sea bastante bajo.
A pesar de ello, es gratificante encontrarme con más mujeres ávidas por incursionar en el sector de la tecnología porque, aunque esta siga siendo una industria masculina, cada vez hay más puertas para mujeres que intentan romper paradigmas, con constancia y sobre todo, con pasión.
Según indicó el tercer reporte de indicadores de género en las empresas en Chile 2021, la participación femenina alcanzó el 40,7% durante el año que pasó. Sin embargo, las gerencias se mantuvieron en el 21% y por parte de los directorios, las mujeres aún no alcanzamos el 13%.
Sabemos que el camino es largo. Llegar a ocupar un espacio relevante en la escena tecnológica requiere de una serie de habilidades y conocimientos, pero quizás, el verdadero desafío está en prepararse para cada etapa que se viene; y para esto es clave contar con apoyo, y no hablo solo del ámbito económico -que por supuesto es importante- me refiero al respaldo académico, a las oportunidades de estudio que todavía se sienten lejanas para algunas mujeres en Latinoamérica.
Para muestra, basta un botón. En 2019, la UNAM México reportó que su matrícula en toda la universidad estaba dividida de manera equitativa entre hombres y mujeres. Sin embargo, al hacer doble click en carreras como matemáticas e ingenierías se podía ver que no había equidad, ya que solo el 19% del alumnado eran mujeres.
Desafortunadamente, en Latinoamérica todavía se piensa que las carreras tienen género y las empresas también. Es decir, algunas son para mujeres -comunicación y diseño, por ejemplo- y otras, como ingeniería, para hombres.
Una encuesta realizada entre más de 10.000 alumnas en el último año de preparatoria en Ciudad de México y el Estado de México, arrojó que sólo poco más de 600 iban a estudiar alguna disciplina relacionada con ciencias: casi un 6%. Y no quiere decir que no sea un gran mérito que nos gusten las otras disciplinas. Solo que estamos aún rodeadas de las mismas carreras y el mismo modelo educativo de hace siglos, por lo que el mismo entorno nos lleva a estas elecciones.
Hay diversas organizaciones, como el Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección (CIMAD) del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (Ipade) que han desarrollado programas específicos para incentivar a estas jóvenes a estudiar carreras STEM. Sin embargo, tal vez hacer eso en los últimos años de adolescencia no sea suficiente.
Si queremos alcanzar esa tan anhelada equidad de género, se hace necesario y además justo, que los gobiernos y las distintas entidades educativas desde primaria hasta las instituciones técnicas o superiores, den un giro en el modelo tradicional de enseñanza y comiencen a abrir espacio para las nuevas carreras del futuro; que la tecnología se convierta en el puente para que las mujeres podamos desarrollar nuestras habilidades y se aproveche todo nuestro potencial. Necesitamos entender que la inversión en la educación es un tema prioritario, porque solo con verdaderas oportunidades podemos llegar a ser mejores como sociedad.
Más el trabajo no solo es del gobierno, también es de nosotros mismos. Lo fundamental es apasionar a estas niñas y adolescentes por estas disciplinas de diversas maneras: desde inscribir a las pequeñas en cursos de STEM, enseñarles la aplicabilidad de estas ciencias en diferentes carreras, hasta presentarles modelos a seguir. No solo Marie Curie, que es la más emblemática de las científicas, sino modelos vivientes. Puede ser Sarah Gilbert, una de las desarrolladoras de vacunas contra el COVID, sin dejar de lado a mujeres que tenemos mucho más cercanas como Blanca Treviño, directora ejecutiva de Softtek; Diana Trujillo, ingeniera aeroespacial de la Nasa; y Mariate Arnal, directora de Stripe para América Latina y presidenta de la Asociación Fintech México, por mencionar solo tres, aunque hay muchas más.
Paso a paso, estamos construyendo una nueva realidad. Mientras más construyamos el camino para las futuras generaciones, más mujeres veremos en este gran campo de la tecnología. Espero volver al evento en un par de años y por lo menos ver el 50% de mujeres aportando a la tecnología en Latinoamérica.
Marta Forero, co-fundadora y CPO de UBITS.