La minería es un actor preponderante en la producción de gases de efecto invernadero (GEI) en Chile. Genera directamente en torno al 7% en el proceso de extracción y producción de metales, y de manera derivada cerca del 14%, cifra que proviene del consumo de fuentes energéticas productoras de Co2, como las centrales de carbón, gas y petróleo.
De ahí que la promulgación de la nueva Ley Marco de Cambio Climático, sea un factor crucial para el desarrollo sustentable para nuestra principal actividad económica. La industria, por tanto, deberá hacerse cargo de la necesidad imperativa de reconvertir sus procesos, sin alterar su capacidad productiva.
A diferencia de otras regulaciones en la región, la ley chilena fija una meta concreta: en 28 años, nuestro país deberá reducir al mínimo la emisión de gases de efecto invernadero. El objetivo es ambicioso, más aún luego de que Chile fuera reconocido como uno de los países en vías de desarrollo con mayores compromisos adoptados en esta materia.
Los roles del Ministerio del Medio Ambiente, como organismo encargado de elaborar un plan nacional de mitigación GEI; y el Ministerio de Minería, articulador sectorial para materializar la transición, serán fundamentales. Y es que este plan será el que fije cuotas de emisión por cada sector productivo.
La industria minera cuenta con los recursos técnicos, económicos, humanos y administrativos suficientes para salir bien parado de este cambio sustancial. Para ello deberá implementar soluciones de fondo, que agilicen y viabilicen el proceso, sin otro fin que eliminar casi completamente su emisión directa e indirecta de GEI.
Pedro Lagos, director Práctica Regulatoria y Ambiental, Arteaga & Gorziglia.