Para medir el inicio del mandato de una nueva administración, diversos países utilizan el término “primeros 100 días”. En el caso chileno, también hablamos de “la luna de miel”, haciendo referencia a ese periodo en que se le perdonan más cosas al presidente entrante.
Muy acorde a nuestra idiosincrasia, al no ser un plazo taxativamente determinado, de manera ansiosa y un poco morbosa tratamos de que dure lo menos posible. Así, algunos medios de comunicación en las dos primeras semanas de Gobierno ya decían que la luna de miel había terminado.
Si bien en los primeros meses de Gobierno es poco lo que se puede exigir de una administración, es un tiempo muy importante, porque es cuando se entregan las señales de lo que vendrá y se da a conocer el sello del Gobierno.
Lo que marca los primeros meses no son las frases desafortunadas o errores no forzados, recordemos que a pocos días de asumir el presidente Piñera, uno de sus ministros acusó a la expresidenta Bachelet de mentirle a los chilenos, otro tildó a sus hijos de campeones y el propio mandatario tuvo que desistir del nombramiento de su hermano como embajador en Argentina.
Sin embargo, el presidente Piñera sabiendo que no contaba con mayorías en el Congreso, fue hábil en presentar los “cinco grandes acuerdos nacionales”, enfocarse en la reactivación de la economía, aceptar la renuncia del general Villalobos por la Operación Huracán y capitalizar la demanda marítima ante La Haya.
En su momento, la presidenta Bachelet dio un claro mensaje, había mucho que hacer y poco tiempo para lograrlo, por lo que presentó un ambicioso plan con más de cincuenta medidas para los primeros 100 días, aprobando siete proyectos el primer mes, entre ellos el Bono Marzo, y presentando en ese mismo plazo, proyectos tan ambiciosos como la Reforma Tributaria y la creación del Ministerio de la Mujer.
Ambos expresidentes, cada uno con su sello propio, entendieron la importante simbología de los primeros 100 días, lo que parece ha sido más esquivo para el nuevo presidente Boric, que más que potenciar el trabajo legislativo y delinear una ruta clara, ha tensionado la relación con el Congreso, dando señales de falta de control de su coalición en la tramitación del quinto retiro de los fondos de pensiones, y de falta de tacto político para obtener mayorías como en la Ley de Amnistía.
El Gobierno tiene tiempo para enmendar el rumbo y lograr aprovechar la importancia de estos primeros 100 días, para lo cual pareciera ser necesario dar mayor protagonismo a las y los Lobos, Monsalves y Montes de su gabinete, que tienen mayor bagaje en ambos lados del juego político y que pueden ayudar a encausar el actuar del Gobierno, así el presidente puede hacerse cargo de las expectativas de todo un país, que más allá de color político, quiere que al Gobierno le vaya bien y se haga cargo de los grandes desafíos en áreas como salud, pensiones y la crisis económica actual.
Daniel Montalva, decano Facultad de Derecho Universidad de Las Américas.