El contacto con los libros desde muy pequeños, permite a los niños y niñas aproximarse con su propia magia a la lectura. Mientras más acceso tengan a variedades de textos, mayores experiencias prelectoras pueden vivir.

Leer un libro constituye una rica práctica individual que permite desarrollar habilidades y aptitudes distintas, por lo que algunos autores recomiendan que el proceso de formación lectora sea individual. No obstante, como ser humano y social, los niños crecen en relación con otros, por lo tanto, también es importante que una parte del proceso se desarrolle en forma cooperativa, con sus pares en el jardín infantil, con sus hermanos o amigos, lo que sería dar los primeros pasos a la lectura compartida.

Leer se define como un proceso de construcción de significados donde interactúan el texto leído, el lector y el contexto del que lee. Es decir, el resultado del significado de lo leído se construye en la interacción de estos tres componentes que dan pie a la comprensión lectora.

Antes del primer año de vida los bebés ya interactúan activamente con los adultos a cargo, luego con sus pares para comenzar a investigar y conocer el mundo, ya que han podido desarrollar su capacidad de atención compartida sobre un objeto, hecho o acontecimiento, el interés por hablar y entender estos sucesos, pueden ser los primeros indicios de que serán buenos lectores en el futuro.

Comenzar a entender el mundo desde muy pequeños desde una comprensión oral, que es una habilidad cognitiva que se desarrolla paulatinamente, los llevará a la comprensión del universo escrito en diversos textos y en distintos formatos con la misma curiosidad que quieren entender el mundo.

En tal sentido, tenemos que estimular la curiosidad por lo libros desde muy temprana edad y para esto, primero tenemos que ser adultos lectores y acercar a los niños por medio de diversas actividades, tales como leerles cuentos antes de dormir, buscar entornos seguros y tranquilos, realizar una buena selección de libros con características positivas y mantener textos apropiados a su alcance.

Realizar acciones tan simples como invitarlos a leer un libro, incentivarlos a que aprecien la lectura, que ellos elijan lo que quieran leer, los hará sentirse más entusiasmados. Otra forma es motivarlos a escuchar audiolibros rescatando la tecnología que cada vez está más presente -aunque nunca reemplazará al escrito-, sin descuidar que la lectura para los niños debe ser una experiencia lúdica, placentera y amorosa que los lleve a imaginar y soñar en sus mundos de fantasías.

Lidia Cerda, directora Escuela de Educación Parvularia de la Universidad de Las Américas.

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