La determinación de la Convención de terminar con el Senado y sus 200 años de existencia, para dar lugar a una Cámara de las Regiones, es un golpe a la democracia porque con esta propuesta, que estará en el borrador de la Nueva Constitución, estamos asistiendo a un proceso convencional destructivo de la República y de su institucionalidad.

Como Senador puedo decir que lo que le da estabilidad y coherencia legislativa al quehacer del Congreso en su conjunto es justamente el Senado, que más allá de las legítimas pasiones ideológicas que se dan en la Cámara, el Senado la pondera, las hace converger a una discusión en que prima el bien superior que vela por todos los chilenos y por ende por el conjunto de la Nación, eso es lo que se está perdiendo con la eliminación del Senado que ahora queda como un mero adorno en el nuevo orden institucional que está diseñando la Convención Constitucional.

Aunque la artimaña que devela este diseño de Congreso, mantiene el sistema bicameral en la forma, no es más que un unicameralismo disfrazado, ya que las principales facultades legislativas las concentra la Cámara de Diputados, relegando las labores de la Cámara Regional a un plano secundario sin injerencia en los temas país, como leyes nacionales y reformas constitucionales.

Al eliminarse el Senado, las regiones van a perder todo su poder para influir en leyes nacionales, como las relacionadas con seguridad, inmigración, pensiones, salud, empleo y educación, que son las prioridades nacionales. Hoy por primera vez el Senado tiene 50 miembros, de los cuales solo 5 son de Santiago y el 90% de regiones; por lo tanto, con esta medida de la Convención, el poder se va a concentrar en Santiago y será absoluto, relegando a las regiones a ser insignificantes políticamente.

Pero la Convención aún tiene tiempo de enmendar el camino que ha tomado, Chile necesita cambios, pero cambios sin trazas de revanchismo, sin rabias, sin resentimientos y recordando lo dicho por un prócer de la Independencia, “aún tenemos patria ciudadanos”, es decir, aún podemos dialogar para que no desaparezca esta Patria que hemos construido en más de dos siglos.

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