La minería del futuro es verde, con una genuina preocupación y ocupación por el impacto ambiental y social de sus operaciones. La mirada estratégica de mediano y largo plazo está enfocada en reducir de manera significativa los efectos que esta actividad económica provoca en los territorios donde opera, tanto en lo social como en lo ambiental, provocar un impacto neutro es el objetivo.
La gestión permanente y sostenida de la innovación -por medio de la recurrente intervención de sus procesos de creación de valor-, el uso de energías limpias y renovables (eólica e hidrógeno) y la incorporación de tecnologías de última generación en todos su procesos, hacen hoy realidad el concepto de minería verde.
Los focos de atención para el desarrollo de esta mirada de futuro están apalancados en tres ejes principales: sostenibilidad, que se traduce en seguridad en las operaciones, generar valor compartido para las comunidades y grupos de interés y vinculación de iniciativas productivas; gestión de costos, donde el uso de la tecnología -a través de la digitalización, la robótica y la inteligencia artificial- incorpora eficiencia a cada uno de los procesos productivos; y productividad, donde el aprovechamiento de las ventajas competitivas que incorpora la automatización, junto a la contribución que otorga el talento de las personas, permiten mejorar sistemáticamente el rendimiento de los factores como capital y trabajo.
El rol de las personas para el desarrollo y consolidación de esta minería verde es fundamental. Hoy existe una brecha importante de talentos, pues según el Consejo Minero está calculado en al menos 25 mil personas para los requerimientos actuales y futuros de la industria; sin embargo, la tecnología ayuda a reducir esa brecha ya que ésta facilita la inclusión de talentos diversos.
Los procesos de automatización no destruyen empleos, solo hacen que éstos se transformen y adquieran mayor valor agregado para el desarrollo de las personas, quienes están llamadas y desafiadas a adquirir nuevos conocimientos y competencias.
Para ser exitosos en este nuevo escenario que se plantea y que incorpora espacios de incertidumbre para quienes trabajan o deseen trabajar en este sector, se debe ser flexibles, estar abiertos al cambio permanente y a la innovación en la forma de hacer las cosas, para facilitar el proceso de adaptación a esta cultura de productividad y eficiencia.
Es importante que los líderes se preparen, trabajen y desarrollen sus competencias y habilidades personales hacia un modelo que comprenda al ser humano de manera integral, haciéndose cargo de sus dimensiones con un enfoque hacia un liderazgo consciente que, aun cuando valora y destaca las fortalezas, también se haga cargo de gestionar las debilidades.
Los colaboradores comprometidos comparten una serie de creencias y actitudes que, vistas en su conjunto, reflejan el aspecto clave de la salud de la empresa. Deben estar permanentemente abiertos al aprendizaje y atentos a las oportunidades, pues es un camino de doble vía -entre la compañía y el trabajador- donde ambos obtienen beneficios.
Por último, en lo contingente a las políticas públicas y su marco regulatorio, a través de las normas constitucionales que se dicten, éstas deben procurar otorgar la suficiente amplitud a las regulaciones legales específicas, de manera de contribuir al desarrollo del país y del sector. El marco institucional, político, económico y jurídico que consagre la Constitución debe generar confianza, estabilidad y seguridad, elementos claves para atraer y promover la inversión junto con el desarrollo, particularmente si se trata de la actividad minera que se despliega en el largo plazo.