La prensa y sobre todo la radio, cumplieron un rol fundamental en el desarrollo de las dos últimas guerras mundiales. Algo similar ocurrió con la televisión durante el enfrentamiento entre Irak y la coalición multinacional encabezada por EE.UU. en 2003. Escritura, radiofonía e imagen al servicio de la misma guerra, para información oportuna y veraz, pero también para la más deleznable propaganda.
Respecto a los actuales acontecimientos en Ucrania, no solo es patente la instantaneidad de los medios en esta crisis, sino la utilización de las redes sociales como ingrediente nuevo y crítico en el manejo de la información, desinformación e infoxicación que todo este fenómeno arrastra. Sin duda, esta será la primera guerra donde el manejo de la data informativa implicará una especie de relato alterno dentro del propio conflicto que será imperioso dilucidar e interpretar.
Un relato cargado de fake news, trolls y bots utilizados como guerrillas digitales para propiciar los intereses políticos, nacionalistas y económicos de los países. A lo cual se suma el teléfono inteligente, erguido como un soldado más que con su ojo conectado al mundo nos exhibe todas las versiones de una guerra todavía confusa.
El prosaico dicho de que “en la guerra todo se vale” nunca tuvo más pertinencia, pues mientras Putin se ufana de una “operación militar especial” de “consecuencias que no se han conocido jamás”, Zelensky comparte a sus seguidores de Twitter las conversaciones que ha sostenido con líderes occidentales, o sube selfies en medio de cruentos bombardeos, acentuando la narrativa heroica que conmueve al mundo.
Para completar la curva dramática, se van levantando voces de distinto calibre, desde Elon Musk alineando sus satélites Starlink para proveer internet a la zona en disputa, hasta los bailes de Alex Hook, el soldado ucraniano que comparte sus pasos en Tik Tok para demostrar a su hija que sigue vivo. Todo esto sumado, es inédito en la gesta y desarrollo de un conflicto moderno que nunca antes habíamos presenciado.
La guerra es ominosa, pues hace brotar los peores demonios. O se huye para salvar la vida o se toma lo que esté a mano para enfrentar al enemigo. En el intermedio, subirá el petróleo, el dólar y el trigo, las bolsas se desplomarán, los medios competirán por el mejor despacho o análisis y las redes sociales se refocilarán suturándolo todo en su propia guerra.