La dramática historia de Drayke Hardman, un niño estadounidense de 12 años que optó por el suicidio ante el bullying del que era víctima en su colegio, debe alertarnos sobre el fenómeno del acoso escolar en nuestro país, precisamente cuando se ha establecido que las clases serán presenciales nuevamente después de dos años en pandemia.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sostiene que la tercera parte de los niños, niñas y adolescentes (NNA) en el mundo sufre de bullying; los casos aumentan entre quinto básico y primero medio, en donde la prevalencia de sufrir hostigamiento en niños es del 32%, mientras que en las niñas es del 28%.
En Chile, en 2019 antes de la pandemia, cuatro de cada 10 escolares decían ser discriminados en su colegio, ya sea por sus características físicas, su personalidad, su forma de vestir o su ritmo de aprendizaje, según la Agencia de Calidad de la Educación.
A 2021 estas cifras se incrementaron peligrosamente a raíz de la pandemia, puesto que las redes sociales son un canal que facilita el alcance y difusión del acoso.
Se observa un aumento en un 40% en las denuncias por maltratos físicos y psicológicos en colegios públicos y privados según la Superintendencia de Educación.
En esa línea, la campaña #NoContagiesElBullying tiene por objetivo generar conciencia sobre este flagelo y sumar nuevos socios que nos ayuden a tener un mayor alcance y erradicar el acoso escolar por medio de nuestros programas especializados.
Sufrir bullying o ciberbullying es uno de los principales factores de riesgo para la presentación de conductas suicidas en la infancia y en la adolescencia. Existe un imperativo moral que no se puede obviar de informarse, actuar y en lo posible lograr prevenir el acoso escolar para que ni en Chile ni en otros lugares del mundo un NNA piense que la vida es tan difícil que el único camino posible es terminar con ella.