“A la vida le falta más sonrisa y felicidad”, dijo el candidato costarricense y “baby boomer”, José María Figueres (67), para justificar su arribo a la red TikTok y así acrecentar el alcance de su campaña en la recta final de las elecciones presidenciales de ese país.
Es que cada vez con más frecuencia los políticos aterrizan en esta red -que si bien puede ser una pérdida de tiempo, ya que está hecha a la medida de los jóvenes entre 15 y 24 años- genera gran atractivo para la clase política que ha perdido terreno “orgánico” en las redes sociales durante la pandemia, por la alta saturación de mensajes y, por ende, los costos para conseguir un like en Facebook por ejemplo.
La frase de Figueres es categórica y una señal para el mundo político. De un tiempo a esta parte, algunos sectores -no todos- han aprendido a golpes la necesidad de reformular las campañas políticas con narrativas y lenguajes acordes a los nuevos tiempos.
Los mensajes apolíticos y transmediales, donde el centro es el usuario, comienzan a inundar las redes y los asesores parecen entender que la estrategia digital que antaño era exitosa ahora no lo es.
En Chile hay pocos ejemplos de estas nuevas narrativas, como la campaña del presidente electo- que tuvo un impacto biónico en las redes gracias a usuarios prosumidores que difundieron contenidos de activismo social, y las campañas de la alcaldesa de Viña, Macarena Ripamonti o de la actual senadora electa, Paulina Núñez (RN); ambas con gran despliegue digital y carga emocional lograron llegar al corazón de los usuarios porque entendieron que la comunicación política cambió.
La comunicación Política Transmedia (CPT) o Narrativas Políticas Transmedia (NPT) son un tipo de narrativa en estilo storytelling de campaña o relato de gobierno que se comunica a través de múltiples formatos, es decir, se construye en 360°.
Aquí los usuarios tienen el poder de rechazar la publicidad, siendo parte de una audiencia empoderada, prosumidora y parte central del relato.
En esta narrativa -como proponen Scolari y Jenkins- los elementos integrales de una historia se dispersan sistemáticamente a través de distintos canales de distribución con el propósito de crear una experiencia de entretenimiento unificada y coordinada, donde cada medio hace su propia contribución al desarrollo de la historia.
El objetivo no es cambiar las convicciones de los electores, como decía Richard (2011), sino invitarlos a escuchar y participar de una experiencia común.
Por eso, la red TikTok que responde a las nuevas tendencias de consumo “rápido” de contenido, es atractiva para expandir el mensaje político.
Todos estos cambios vertiginosos en el mundo de las comunicaciones y que han impactado la cultura de consumo, así como la política debe ser una oportunidad para la creatividad y para sincerarnos de una vez: los medios tradicionales perdieron su corona y deberán lidiar con un ecosistema de múltiples formatos extremadamente competitivos.
Por eso estamos expectantes ante el próximo gobierno, luego de la primera elocución de su vocera política, quien aseguró tendrá especial preocupación de comunicar más allá de los medios tradicionales.
Un primer gobierno Millennials, que promete contenidos virales, cercanos y que rompan la tendencia de la opacidad de los anuncios publicados en un Twitter cada vez más polarizado.
A ver si los mensajes antipolíticos y emocionales se apoderan de La Moneda y se rompe la tendencia del descenso de Chile del ránking mundial de la felicidad gracias a la comunicación política.