La erradicación de todo tipo de violencia, como la física y psicológica, requiere de personas capaces de detectar actos violentos por muy solapados que sean, y que tengan la perspectiva democrática para buscar caminos que rompan círculos estructuralmente violentos hacia mujeres, infancias, pueblos originarios, migrantes, personas mayores y en situación de discapacidad.
Este día nos llama a desarrollar mecanismos que fortalezcan valores como el respeto y la diversidad. Una sociedad que educa en materia de no violencia, proyecta personas capaces de tomar decisiones inclusivas y que valoran el pluralismo.
Por ello el bullying y el ciberacoso son gérmenes que se deben afrontar de manera interrelacionada en los espacios educativos, porque no solo dañan a las víctimas, sino que a toda la comunidad involucrada, promoviendo la intolerancia y la violencia.
Desde 2011 existe en Chile una ley de violencia escolar que hace responsables de prevenir el acoso y promover la buena convivencia a toda la comunidad educativa, a los alumnos, alumnas, padres, madres, apoderados, profesionales y asistentes de la educación, así como a los equipos docentes y directivos de los establecimientos educacionales.
En la ley coexisten dos paradigmas para abordar, uno de sanción y otro de convivencia escolar democrática. Este último es el que se quiere resaltar, pues educar para la no violencia apunta a que los individuos sean capaces de generar reflexiones críticas, donde se valore a la otra persona en sus múltiples dimensiones e identidades.
La ley incorporó obligaciones para los establecimientos educacionales con el objetivo de que estos desarrollen procedimientos específicos ante casos de violencia y acoso, pero también recalcó que el trasfondo recae en una educación respetuosa donde se valoren los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.
Solo educando en valores democráticos es posible erradicar la violencia, proteger los derechos de niñas, niños y adolescentes, y fortalecer la convivencia social pacífica.