Contexto | Agencia UNO

Símbolos, emociones y realidades

01 febrero 2022 | 12:18

Gabriel Boric optó por asumir desde un inicio el desafío de las duras realidades económicas, designando al economista clásico Mario Marcel como ministro de Hacienda, las primeras deserciones –que por lo demás ya se vislumbran- vendrán desde sectores de izquierda de su propia alianza.

El presidente electo, Gabriel Boric, dispone de un capital simbólico muy relevante. Ello ocurre porque junto con su gabinete representa una nueva generación, una diversidad nunca antes vista en el poder Ejecutivo chileno y un estilo de hacer política con una aproximación emocional que supera el excluyente racionalismo clásico atribuido a los economistas, que han llevado la batuta durante los últimos decenios.

La verdadera peregrinación que a diario se produce frente a la llamada “Moneda Chica” y el apego extremo que genera la figura presidencial son demostración palpable de este fenómeno.

Pero este capital simbólico y emocional se contrapone con una realidad política y económica en extremo compleja, que llevará al nuevo Gobierno a enfrentar duros desafíos en los próximos meses.

¿Bastará entonces este fuerte apego a la figura presidencial y a la de sus principales ministros para sobrellevar incólumes las severas crisis que vienen?

Lo más probable es que sí, que este capital simbólico le permita mantener su popularidad más allá de la llamada “luna de miel” que se le concede a los Gobiernos entrantes, por lo general de alrededor de 90 días.

Sin embargo, este apego tampoco será eterno.

Puesto que Boric optó por asumir desde un inicio el desafío de las duras realidades económicas, designando al economista clásico Mario Marcel como ministro de Hacienda, las primeras deserciones –que por lo demás ya se vislumbran- vendrán desde sectores de izquierda de su propia alianza.

Pero esta crítica parece estar asumida por el nuevo presidente y no le causará mayor daño si logra enfrentar exitosamente el problema que la ciudadanía percibe como el más álgido de todos: el de la delincuencia en alza, vinculada con razón o no a la inmigración fuera de control.

Esta es la Espada de Damocles que pende sobre la nueva administración y que la obligará a adoptar medidas radicales, probablemente muy ajenas a la sensibilidad tradicional de su sector político.

Es la verdadera prueba de fuego para Gabriel Boric y para su ministra del Interior, Izkia Siches, quien se juega su cargo y su futuro liderazgo ante este desafío.

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