Fue un 18 de febrero, pero en 1928, que se creó la Comisión Interamericana de las Mujeres (CIM), con el objetivo de reconocer el vital rol en el cambio social que desempeñan las mujeres de las Américas. Fue justamente ahí cuando por primera vez las mujeres de la región lograran que su voz fuera escuchada en el seno de la Conferencia Internacional de los Estados Americanos (mecanismo precursor de la OEA).
No fue un hecho menor. La primera presidenta de la CIM, Doris Stevens, reconocida sufragista estadounidense y defensora de los derechos legales de las mujeres, hizo hincapié en la necesidad “de acción en obtener la igualdad de derechos en todas las repúblicas americanas”. Un discurso que, casi 100 años después, sigue vigente.
Pensar en esta fecha, entonces, es rendir homenaje a todas estas mujeres que lucharon y luchan incansablemente por el reconocimiento de sus derechos políticos y civiles, entendiendo que aún es necesario seguir avanzando -y mucho- para lograr el pleno cumplimiento de estas garantías.
Los países de la región han asumido importantes compromisos en lo que se refiere a los derechos de la mujer. Pero siguen una serie de temas pendientes.
Por ejemplo, según la CEPAL, en América Latina, la tasa de participación laboral de las mujeres ronda el 50%, frente al casi 80% en el caso de los hombres. La mitad no tiene ingresos propios o percibe menos del salario mínimo; en los hombres, tres de cada diez. Esta situación, se estima, se vio aun más agravada por la pandemia del Covid-19.
Además, según la última encuesta del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, entre el 60% y el 76% de las mujeres (alrededor de 2 de cada 3) ha sido víctima de violencia por razones de género en distintos ámbitos de su vida. Además, en promedio 1 de cada 3 mujeres ha sido víctima o vive violencia física, psicológica y/o sexual, por un perpetrador que era o es su pareja, lo que conlleva el riesgo de la violencia letal: el feminicidio o femicidio.
Por otra parte, en términos políticos, no hay ninguna mujer presidenta en Latinoamérica este 2022, y aunque se ha avanzado en algunos países -como Chile- en la promoción de gabinetes paritarios, de acuerdo con ONU Mujeres el promedio de participación de mujeres en ministerios de la región ronda el 20%.
Todo lo anterior da muestras que hay que seguir visibilizando las desigualdades sociales y el impulso de todos aquellos que buscan promover sociedades más igualitarias. En 10 años de trabajo en Mujer Impacta he visto cómo las mujeres siguen luchando por construir un Chile mejor en todos los aspectos. Es una batalla, les aseguro, que no cesará. Porque nuestras mujeres son resilientes, solidarias y, por sobre todo, agentes de cambio fundamentales a las que hay que seguir reconociendo en cada oportunidad que sea posible. Como este 18 de febrero.