En el corazón del programa del Presidente Gabriel Boric, late con fuerza la decisión de ampliar y profundizar la democracia. Construir una sociedad que otorgue un legítimo espacio de presencia a todas y todos, con una verdadera participación en la toma de decisiones, sin discriminación alguna, ni social, económica, geográfica, de género u origen.
Para que Chile camine hacia ese necesario nuevo país, es fundamental la existencia de una televisión y medios públicos fuertes, los que en su ejercicio comunicacional diario sean en sí mismos participación inclusiva, diálogo transversal, información aguda y transparente, representación de todas y todos en las pantallas multiplataforma, a nivel nacional, regional y comunitario.
Por tanto, rescatar y refundar Televisión Nacional de Chile, es una tarea prioritaria. Recuperar con fuerza y eficacia el rol público de TVN, debe constituirse en una muestra visible del nuevo Chile que comienza a construirse. Apreciar en las pantallas de su canal público a la ciudadanía, dialogando, compartiendo, fiscalizando, enriqueciéndose, es un deber fascinante del nuevo gobierno.
La sociedad que se escribe hoy en la Convención Constitucional, se expresará y se hará ejercicio vital, sólo en la medida que reconfiguremos el ejercicio de los medios de comunicación, el rol que deben cumplir medios como Televisión Nacional de Chile, que desde hace ya muchos años no cumple su misión pública en propiedad. Porque los estándares internacionales de derechos humanos señalan que un país, que una ciudadanía, debe contar con una información transparente, horizontal, enriquecida y representativa de todo el país.
El programa del presidente Boric se compromete a desarrollar un Nuevo Sistema de Medios Públicos (NSMO), en donde TVN puede y debe cumplir un rol central: “un Sistema de Medios Públicos que se constituya como un pilar esencial en la creación y divulgación de la cultura del país; que sea una ventana y un reflejo de las identidades, sensibilidades y territorios; que incorpore la paridad y la pluriculturalidad; que produzca contenidos de excelencia y sea referente en América Latina y el mundo; que provea de conectividad a todo el territorio; promueva la circulación de conocimientos, nacional, regional y local; y que sea un espacio de encuentro que aporte a la cohesión social y a generar comunidad” (como señalara en su Manifiesto el Comité de Defensa de la Televisión Pública CDT)
Estamos frente a uno de los grandes e inspiradores desafíos del nuevo gobierno. Porque el Chile que el presidente Boric nos invita a soñar y construir, requiere medios públicos “que garanticen el derecho a la información, la libertad de expresión, donde los medios de comunicación estén protegidos de todo intervencionismo y presiones indebidas del gobierno en ejercicio. La participación ciudadana debe incidir en la labor de los medios, expresando sus inquietudes, propuestas e intereses” (programa de gobierno Apruebo Dignidad).
La discusión sobre el financiamiento de este sistema de medios debe cambiar su foco permanentemente centrado en la definición del costo que esto significa. Porque un sistema de medios público robusto debe ser entendido como una potente inversión para el Estado, de tal modo de que su financiamiento debe ser basalmente público, tangencialmente privado, para lograr así una labor plenamente independiente de intereses económicos, corporativos o políticos. Medios Públicos libres de ataduras, al servicio del país.
Pero hay un aspecto clave: en particular TVN debe producir sus contenidos no sólo con calidad y pluralismo, sino que también en fuerte sintonía con las audiencias. Es decir, los medios públicos sí deben buscar una conexión masiva con los públicos. Sería grave confundir el ejercicio de TVN y del NSMP con la generación de contenidos rígidos, sobre conceptuales o ideológicos, de afán educativo/instructivo paternalista, que aleje, distancie, separe a la ciudadanía del diálogo comunicacional que estos medios deben más bien fomentar y perseguir.
Deberemos por tanto impulsar, con sustantiva generosidad, una televisión pública que no se mire a si misma como vanguardia ensimismada, sino que encarnando el diálogo ciudadano en sus prácticas cotidianas. Con creatividad y el uso virtuoso de las nuevas tecnologías, estar al servicio vasto del nuevo Chile.