Comúnmente usamos los conceptos de arte y cultura para referirnos al conjunto de obras artísticas y culturales realizadas por el ser humano para interpretar el mundo que le rodea. Esa es la definición básica, pero también es importante que entendamos las artes y la cultura como un camino de crecimiento personal que impacta en el bienestar de cada persona y al mismo tiempo, significan un motor económico para la sociedad. Puede que algunos piensen que es difícil que ambas líneas coexistan, pero lo cierto es que ambas se nutren y complementan. Analicemos por qué.
Primero: Diversos estudios mundiales demuestran que al integrar el arte y cultura en una comunidad mejora el pensamiento crítico en un 20% y la salud en un 45%. Aumentan las conexiones neuronales y las habilidades cognitivas en niños y jóvenes. Mientras más expuestos estamos a estímulos culturales, más desarrollada estará nuestra sensibilidad y capacidad de comprender el mundo y nuestro entorno. Los seres humanos equilibrados y felices son más productivos, solidarios, empáticos, abiertos e inclusivos.
Segundo, ese bienestar personal multiplicado por la cantidad de habitantes de una ciudad o país crea cambios a nivel macro. Cuando se invierte estratégicamente en arte y en cultura hay una transformación social, más vínculos comunitarios, un mejoramiento en espacios urbanos, un aumento en los índices de educación, turismo y por supuesto, economía.
Tercero, ejemplos internacionales lo demuestran en la práctica. Cuando se da más espacio a la creatividad y al desarrollo artístico y cultural, se generan círculos virtuosos con mayor innovación. Es por eso que países como Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Estonia, Dinamarca y Nueva Zelanda tomaron el arte y la cultura como eje central. Hoy, como beneficios colaterales de esta decisión, se ahorran gastos en salud mental, delincuencia y deserción escolar, entre otros.
Si el sector de la cultura se expande, el país evoluciona, y para eso necesitamos mayor apoyo e inversión desde la sociedad civil, el sector político y el sector empresarial. Una sociedad que no incluya al arte y la cultura dentro de su desarrollo, está destinada a enfermarse.
Para esto, el equilibrio es clave. Es correcto que apuntemos a satisfacer primero las necesidades básicas, pero darle espacio a iniciativas artísticas y culturales que fomenten el crecimiento personal y generen un estado de bienestar social, da como resultado un crecimiento económico sustentable, integrador y de mucho potencial. Nunca perdamos de vista que antes que entes productivos, todos necesitamos sentirnos comprendidos y conectados para dar lo mejor de sí en nuestra esfera individual, familiar, grupal, laboral y social.