En los últimos días hemos asistido a una serie de declaraciones de parlamentarios y figuras de la Democracia Cristiana que han planteado que este se acerca a su final, que el partido como instrumento político ya cumplió su ciclo, que se debe pensar un nuevo instrumento, un nuevo partido político, algunos sugieren cambiar el nombre, otros fusionarse con otras fuerzas políticas ubicadas en el centro.
Lo cierto es que la ciudadanía castigó a la DC en la elección de constituyentes, en las elecciones parlamentarias y en las Presidenciales.
Es realmente descabellado pensar en que cambiando el nombre y unos cuantos postulados se soluciona este dilema. O como creen algunos, que creando un nuevo referente se mudan de domicilio político ¿y acá no ha pasado nada?. Como si la gente tuviese amnesia. La crisis de la DC, no está en sus valores del humanismo cristiano, se trata de una crisis testimonial, un partido se conforma con su militancia y sus dirigentes, ellos constituyen el cuerpo vivo de toda organización política.
La DC está evadiendo la realidad, en los últimos años la DC ha sido parte del agotamiento del sistema, de los vicios de la República Neoliberal (1990- ). Esa situación es parte de la crisis que tiene sumida a otras instituciones, escribo esto y no dejo de pensar en cómo Tolkien hizo una gran metáfora épica sobre la tentación que ejerce el poder sobre quién lo posee, en El Señor de los anillos; el anillo representa el poder, ese que muchos disputan por ambición y que cuando lo toman los embelese, porque se cautivan a tal punto que hacen que se les olvide todo lo demás, ese poder que pasa a ser un fin en sí mismo y no un medio para el bien común. Chile despertó, y en ese despertar nos dimos cuenta que el fenómeno de la corrupción, los abusos y la falta de probidad es parte de nuestra realidad nacional, esa mala política es la que destruyó a la ex Concertación.
Esa mala política es la que tenemos que combatir en todos los frentes. Hemos sido testigos de una serie de situaciones poco decorosas que le quitan todo valor y coherencia a las reales propuestas elaboradas por profesionales expertos y la ciudadanía para la plataforma presidencial de la DC, este contexto le ha quitado sustento y credibilidad al partido que llevó a cabo transformaciones esenciales para Chile como la reforma agraria y la promoción popular, sólo por nombrar algunas.
La coherencia debiera ser piedra angular de la reflexión. Chile está en una crisis de sus instituciones democráticas, una crisis de credibilidad. Las instituciones tradicionales como Ejercito, Carabineros, la Iglesia están cuestionadas (sólo por nombrar algunas) no es gratuito este cuestionamiento. En el caso de los partidos políticos y su financiamiento, hemos sido testigos cómo algunos políticos financiaban irregularmente sus campañas a través de PENTA y SQM, parlamentarios del PS, PPD implicados, pero también un senador DC. El hecho de que varios de ellos no hayan sido condenados no es prueba de pureza, o en otra esfera, el abuso del derecho, que hace un ex Ministro del Interior quién fue sancionado por la DGA con una multa de 275 UTM por desviar aguas por más de dos años a embalses que se encuentran en su propiedad, perjudicando gravemente a las comunidades de Petorca y Cabildo, o las acusaciones de censura que hizo el periodista Raúl Sohr contra de un ex Director de TVN por la investigación del asbesto en Chile, sólo por nombrar algunas situaciones, las cuales deben ser aclaradas, y llevadas a instancias disciplinarias como pasó con Vittori y Velásquez, porque si hay algo que atenta contra la coherencia de un proyecto político que busca interpretar a la gente, es precisamente permanecer silentes, y a estas alturas lo desvergonzada de estas acciones, causan indignación, violentan, porque demuestran que en los hechos no todos tienen la misma dignidad y respeto, porque hacen que todas las propuestas programáticas de profesionales expertos del partido en diferentes áreas pierdan valor en este contexto, quedando sin sustento, carentes de credibilidad, agudizando el escenario que hoy tenemos, un centro político que ha sido devastado, dejando a un candidato que debe pensión de alimentos como tercera fuerza electoral después de la primera vuelta.
La actual crisis es una oportunidad de hacer las cosas bien, y de enfrentar con responsabilidad la limpieza que se debe hacer en el partido Demócrata Cristiano, quien cruza la línea se debe ir, por ello es necesario renovar liderazgos, y generar una nueva conducción que sea capaz de liderar una nueva hoja de ruta, la cual va a requerir mucha persistencia, capacidad técnica y política para rescatar todo lo bueno realizado en los gobiernos pasados pero al mismo tiempo trabajar para ponerse de pie porque Chile necesita un partido que defienda la libertad y la justicia social, para que el derecho se haga verbo y se conjugue para todos de manera fraterna.
Se necesitan militantes y simpatizantes que recuperen el partido para el centro político, porque Chile lo necesita, la gente común y corriente está aburrida de los operadores políticos, de los pitutos, son los vicios de la Quinta República, la República Neoliberal.
Un nuevo Partido Demócrata Cristiano para los nuevos desafíos implica un cambio en los estilos de hacer política, con estándares éticos que sean creíbles. Un papel resiste mucho, mejor seamos coherentes, por eso llamamos a conformar un nuevo movimiento que trascienda los actuales grupos internos o lotes, una comunidad con vocación por la dignidad nacional, con indignación por los aprovechadores de turno, con el corazón y las manos limpias, un nuevo referente que sea capaz de liderar un nuevo proceso para rescatar al partido para los cambios que Chile necesita, un nuevo referente donde el énfasis sea el desarrollo a escala humana.
El pueblo de Chile quiso poner a la DC en el lugar que está y no existe otra forma de salir adelante que haciendo lo correcto, eso implica que la nueva directiva nacional debe tener líderes o lideresas que tengan una visión real del Chile de hoy, que estén dispuestos a ser intermediarios del poder con la ciudadanía para interpretar las esperanzas, pero para ello deben estar dispuestos a enmendar el camino, a defender que lo central es el ser humano, que crean en la democracia participativa, representativa, digital, donde el valor de lo comunitario tiene un rol central, donde se ponga la política por sobre lo electoral.