No cabe duda que la pandemia por el Covid-19 golpeó muy fuerte a miles de personas y a diversos sectores de nuestro país, entre ellos las fundaciones sociales sin fines de lucro, las que sufrieron una drástica baja en sus donaciones. Claramente, está disminución provocó que muchas organizaciones debieran cerrar o delimitar el desarrollo de sus programas de trabajo.
En nuestro caso, como Fundación Luz, recibimos la herencia de otras fundaciones, como la Corporación para Ciegos, quienes debido al estallido social y luego la pandemia no pudieron seguir adelante. Si bien, y pese a la considerable disminución que tuvimos de las donaciones, las que cayeron en un 7,5 % a la fecha sin lograr repuntar y con casi 800 socios retirados, todos por razones económicas, nuestro trabajo pudo continuar, gracias a la red de amigos con la que contamos. Eso nos permitió que el impacto no fuera tan profundo, sin embargo, debido a la baja hubo que realizar algunos ajustes, pero así y todo pudimos mantener activos nuestros programas, cursos, capacitaciones y clases.
Es así como hoy más que nunca debemos transmitir con mucha fuerza la importancia que tienen las donaciones para lograr darle continuidad a las fundaciones. Para nuestra realidad, las donaciones son el 60% de nuestros recursos, mientras que el 40% corresponde a subsidios y postulaciones a fondos que desarrollamos permanentemente para poder financiar los distintos programas de la fundación que tienen como objetivo rehabilitar, educar y capacitar a adultos y niños con discapacidad visual.
Otro factor clave que permitiría que las organizaciones no dejen de funcionar y puedan llevar a cabo sus proyectos e iniciativas es que las empresas se involucren aún más, por ejemplo, incorporando en sus presupuestos anuales las donaciones. Según los registros del SII vemos que existe una tendencia a la baja en los montos donados: desde el 2014 las cifras se han reducido desde los $154 mil millones a los $150 mil millones en 2017, aunque se estanca en los últimos dos años. Por otro lado, las empresas y fundaciones que realizan donaciones a terceros tienen un promedio de aporte monetario anual similar cercano a los $313 millones en promedio. Mientras que la mayoría de los ciudadanos (44%) aportan hasta $3.000 mensuales, un 37% dona entre $3.000 hasta $10.000, y sólo un 19% aporta más de $10.000 al mes.
Es más, desde que se creó el área de Responsabilidad Social Empresarial en las empresas esas áreas podrían perfectamente crear una alianza con una fundación, considerando que pueden obtener beneficios tributarios por las donaciones concretadas. Por ejemplo, para nosotros sería tremendamente valioso lograr una relación de trabajo con una óptica, donde su aporte social fuera para personas con discapacidad visual (PcDV).
Voy más allá, y apunto al rol inclusivo que debieran tener las empresas. Hemos sido testigos de cómo a algunas compañías les cambian el clima laboral cuando desarrollan una cultura inclusiva, a través de la contratación de personas con discapacidad, quienes llegan a sus trabajos con la ilusión de ser un aporte y sentirse capaces de cumplir metas, las que en algunos casos sí se cumplen, pero lamentablemente en otros no.
Es verdad, han existido avances con la Ley de Inclusión Laboral (21.015), sobre todo en la Región Metropolitana, sin embargo, en regiones falta mucho por avanzar hacia un camino inclusivo. Además, vemos un claro estancamiento en la función de las empresas que no pueden contratar a personas con discapacidad y optan por realizar donaciones a fundaciones. Pensábamos que en el primer año de la promulgación de la ley eso sería así y luego irían disminuyendo las donaciones y aumentando las contrataciones, pero hoy, lamentablemente, eso no se está cumpliendo, no se está logrando el espíritu de la ley. Mi llamado a las empresas es fuerte y claro: atrévanse, confíen en la contratación de personas con discapacidad y trabajemos, todos juntos por una real inclusión laboral.
Finalmente, quiero soñar. Sí, soñar que las fundaciones no dependan ni de las empresas, ni de los bolsillos de la sociedad civil. Me gustaría ver, en nuestro caso como Fundación Luz, que la formación para niñas y niños del Programa de Atención Temprana estuviera subvencionada por el Ministerio de Educación o nuestro trabajo en el área de inclusión laboral tuviera una subvención del Ministerio de Trabajo. Pero hoy, eso no lo veo muy cercano, por ello, me quiero quedar con que la sociedad civil y las empresas sensibilicen por una buena causa y que crean en ella.